La flor de mi jardín

29 de noviembre de 2006

Hoy se asoman a mi mente dos imágenes que sin duda están conectadas y convierten a este día en un día señalado, grande, importante, encrucijada de afectos y vidas, efemérides que consolida muchos sentimientos dispersos a la vez que arracimados.

La primera imagen está asociada a una Isabel decimonónica, salmantina entrañable, refranera compulsiva y espejo involuntario de las grandes tragedias humanas que marcaron la primera mitad del siglo XX, que en su lecho de vida hace balance de su existencia en su penúltimo capítulo vital. Su mente era clara y su ánimo benévolo, esta conjunción le llevó a calificar su vida de “dura pero buena”, con un saldo muy positivo y feliz. Los detalles por conocidos contrastaban con su afirmación ya que estaban desmedidamente cargados de vacíos infantiles, responsabilidades precoces, papeles subvertidos, sufrimientos variados, hambrunas dolorosamente voluntarias, muerte y crueldad por doquier y mucha, mucha, supervivencia extrema. Su filosofía de vida era tan sencilla que conseguía equilibrar todo ello con toneladas de esperanza de que una vida mejor era posible, si no era para ella, sería para sus hijos y si no para sus nietos y si no…….. mas tesón, entrega, sacrificio y voluntad para superar la adversidad y que uno de los suyos lo consiguiera. Esperanza sin fin, inmune al desaliento. Cada día eran para ella una lucha por la superación y cada día reafirmaba su filosofía: primero era trabajar, luego comer, estudiar, ahorrar, invertir en vida y vuelta a empezar para que, a base de iterar, mejorar y a base de mejorar, alcanzar el objetivo vital que se le aparecía en forma de salud y de tres comidas diarias para los suyos. No hay mayor lotería que la salud y la economía, no se cansaba de repetir.

La segunda imagen tiene su origen un “par de años” mas tarde, un 29 de Noviembre de 1988. Los relojes marcaban las 18:25 hs cuando se abrió paso otra Isabel, que aun antes de traspasar la frontera natural, que la situaría definitivamente en este mundo, ya estaba alerta y vigilante y con una manifiesta voluntad de vivir…. Extraña tarde gris madrileña que promovía la melancolía de las almas, pero no fue así ……se estrenaba una nueva vida y una nueva esperanza que alimentar. La melancolía esperable se transformó en alegría juvenil en unos padres confusos y animados por la aventura de la vida: “Si me cabe en una mano”, “si se parece a este o al otro”,” ¡ay, que rica como eructa!”, ¡ay, que rica como duerme!, “¡ay, que mona con sus ropitas!”, “Jolín, como se agarra al pecho …¡del de tu padre no!” y un sin fin de frases inconexas salmodiaban la novedad, festeaban el magno evento y difundían la buena nueva, ¡ay, que rica como vomita!..... dame pan y llámame tonto...... ¡que rica, que mona, que todo!.... Del pecho, al bibe y al potito, luego a las papillas y de allí al ….chuletón!!! “¡ay, que rica que bien me come!”

La gravedad de la vida no permite valorar sobre la marcha cada cosa que vivimos y solo el tiempo, filtro nostálgico que todo lo moldea, y la reflexión ponen las cosas en valor….en valor del bueno, el de los afectos, el que justifica desvelos y sacrificios, premia el esfuerzo y suaviza la sinrazón. No supe hasta hace poco lo importante que había sido todo aquello, pasé de ser fin a ser medio, callejón a cruce de caminos y de destinatario a relevista de esta aventura llamada vida. Todo lo anterior me condujo hacia ese testigo vital de tradición, sangre y circunstancias, que ahora entiendo:


Sin ser filósofo capté el sentido de mi papel en la vida
Sin ser teólogo aprendí la importancia de la perpetuación de la carne
Sin ser médico entendí la ley de la genética
Sin ser artista descubrí la belleza a través de tus ojos

Isabel en su lecho de vida solo deseaba verme florecer, el ciclo de la vida se ha completado y en mi vida reina una flor,……….. la flor de mi jardín.


Para mi hija Isabel, a veces hermana y a veces madre, pero siempre amiga. ¡Feliz Cumpleaños!