Estoy sentada en mi ventana, de un departamento de los suburbios de la ciudad que me “acoge” observando el crepúsculo, con ese tono rojizo, el sol desaparece, junto con la luz que me hacia sentir viva…todavía te recuerdo, a cada instante y veo con una extraña empatia al sol ocultarse y dejar a la luna reinar en la oscuridad.
Haría una gran metáfora, solo analizando este momento… o al día con sus veinticuatro horas, en este instante estaría en la madrugada… a las tres de la mañana, donde solo la luna alumbra a los paseantes y noctámbulos, los que no pueden dormir por una pena que los embarga … como a mí.
Si hiciera todo de forma completa, empezaría por el amanecer, cuando te conocí, todo se confundía entre la penumbras, el revoloteo de las mariposas en mi estomago, concordaba con el cantar de los gorriones, entre la nubosidad de mi mente, los sentimientos despertaban…después la mañana, el coqueteo constante, la atracción no declarada, el amor tomando forma, el sol llegando a su máximo esplendor.
Seguiría por los caminos del destino, cuando empezamos a ser novios, la expectación cada vez que te veía, como las flores buscando al sol…hay el día estaba a punto de llegar a su mitad. Y tu eras en ese instante lo que me hacia valorar mi existencia, agudizaste mis sentidos, sentía la suave ráfaga de viento que salía de tus labios al hablar, o que me acariciaba el cuello, cuando querías besar…creo que hasta el día estaba feliz, solo con vernos.
Después vino el gran calor, la llama de la pasión, quemando nuestros cuerpos…todavía rememoro, entre la oscuridad que abunda en mi, la primera vez que hicimos el amor, las caricias, los besos compartidos, en tu habitación…al principio preocupados de que tus padres nos escucharan, después ya nada importaba, solo tus manos recorriendo rincones escondidos, antes vedados a ti…yo, deleitándome con tu olor, sabor, textura…hasta que reventamos siendo uno solo.
Yo era una flor abierta por completo a ti, en cuerpo y alma…pero todo tiene un fin, y empezó lentamente a mostrarse, con cada pelea, cada ataque de celos, cada palabra hiriente que nos dirigimos y nos engañábamos que no hacia mella en nuestro cariño. Tan equivocados que estábamos. Tan equivocados…
Sin percatarnos, tu cariño fue enfriándose, como cuando llega la tarde…pero, todavía existía algo de calor, hasta que todo exploto… tu estabas hay en frente, mirándome preocupado e intentando decir algo vacilante… sospechaba de que se trataba, el sol comenzaba a ocultarse. Debí haberme dado cuenta, las ultimas peleas, los desaires que me hacías, las noches que no tenias tiempo para mí…eran producto de que querías que fuera yo quien terminara. Pero tú tuviste que hacerlo al final…y llego el atardecer.
El crepúsculo significa para mí, esos momentos en que todavía tenía la esperanza de que volviéramos, pero ya se esfumaron con los últimos rayos de sol y ahora la luna es mi única compañera y sigo esperando que el amanecer vuelva a mi vida |