Un día el ruido de la desconsolación rompía contra mi cabeza,
las horas dormían el tiempo.
Podía ver como millones de palabras surcaban mi cabeza.
Podía ver como mis manos dibujaban tu cara.
Lo peor después de todo; Estaba solo.
Me pude dar cuenta una vez me había despertado
que ya no reposaba en las simas de la ternura,
tan solo abrazaba horizontes cortados,
solo nadaba en mares evaporados.
Mi vida era más corta, y mis versos mucho más largos.
Los guardaré para otro poema,
pues en este solo hacen daño.
Texto agregado el 27-11-2006, y leído por 111
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