Desperté, y mi vista instintivamente miró hacia el techo de mi catre: Era blanco, con leves y nítidas marcas de humedad a los costados, estaba bien arriba, creo que se me pasó la idea de tocarlo, pero altratar de hacerlo, me dí cuenta que era demasiado alto, desistí. Me dormí.

Desperté, abrí mis ojos mirando directamente el techo de mi cama: Era de madera, de esa barnizada, me gustó mucho el barniz, era oscuro y brillante, era bien café, le daba un toque rústico, madera por medio tenían clavitos, y quise tocarlos, pero al parecer mi cama estaba muy baja para alcanzarlo, desistí. Me dormí.

Desperté, miré directamente hacia mi techo, el techo de mi catre: Era de cemento pintado, pintado de azul, o celeste, y la pìntura caía de a poquito, pero caía, era liso, sus únicos relieves eran los pedazitos de pintura que estaba por caer, quise sentir esos relieves, quizás para apresurar la caída de la pintura, pero al parecer mi catre tenía un colchón usado, sus resortes no funcionaban bien, no me daban suficiente impulso, desistí. Me dormí.
Desperté, sentí brisa y abrí mis párpados, y miré el techo de mi suelo: Todo nítido, lleno de nubes, celestes y blancos me abrían un nuevo mundo, y quise tocarlo, pero al parecer era muy chiquita, no alcanzé ni los techoww, ni el cielo, quizás mi metro sesenta no bastaba para tocar aquello, desistí. Me dormí.
Al parecer esta vez desperté, pero abrir mis ojos, como nunca vi un techo encima de mi, y me asusté, el techo quería asfixiar mis ganas de tocarlo, quizás era una lección, y sí que lo era, escuché claramente:-¿No era tu sueño tocar techos?, pués aquí me tienes, tócame!- y más miedo me dió cuando me dí cuenta que el único techo que pude alcanzar era el techo de mi tumba, en donde yacía viva.