Sobre el borde de la cuna...

Sobre el borde de la cuna,
Las manos velan el cielo
Desde la copa del árbol
Donde nace el brote nuevo.
Canta un susurro la madre
Mientras su manso pequeño
Descansa sobre la manta
Que le tejió por febrero.
Tantas noches siendo día
Tantos días sin el sueño,
Tanto agitarse esperando
Tanto rogar sin el ruego.
Y hoy, que sonríe tan suave
Entra algodones y enhebro,
Todo su ser desconoce
A quien le resulta ajeno.
Niño mío, ella le canta
En susurros sin desvelo,
Niño, duerme que tu cuna
Con mi corazón yo velo.
Duerme, nunca he de decirte
Que por sentir, me avergüenzo
Porque desde que naciste
Algo mío ya se ha muerto.
Las lágrimas se le corren
Por su rostro macilento,
Débil el cuerpo, las manos
Quebraderos ya sin hueso.
Tanto le duele acunarlo
Como le dolió el tenerlo:
Una mentira tras otra
Por un amor verdadero!
Pero el corazón tozudo
No ama al padre que dio techo
Sino al hombre que la anima
Con sus más sutiles versos.
Nunca sabrás, hijo mío
Cuánto dejé en el silencio
Para ser la voz que canta
Canciones tristes al viento.
El niño, abriendo los ojos
Sonríe en su desconcierto.
“Amor, he llegado a casa,
¿que hace mi niño travieso?”
Ella se enjuga los ojos
Meciéndolo, y su cuerpo,
Es un intensa llovizna
De tanto dolor añejo.