No es fácil resumir, o intentar explicar, siquiera, lo que siento ahora en mi cuerpo, en mi cabeza.
Esta sensación de insomnio que me acompaña cruelmente es un regalo de la naturaleza que no puedo rechazar, porque no hay forma de cerrar los ojos, aunque estoy cansado, lo sé, pero prefiero seguir así.
Cada vez que siento la oscuridad de mis pupilas, el dolor se hace más fuerte y te recuerdo, como cuando corrías por el parque, o cuando me mirabas con tus ojitos lastimeros, suplicantes de cariño, de afecto, de protección.
¿La comida?, eso era otro cuento, nunca supiste esperar...con tus grandes fauces querías engullirlo todo, antes de caer al plato siquiera, cada una de las galletas de huesitos se convertía en una presa inalcanzable, a quien habría que devorar antes que escapara.
Lo sé, ya no te veré por estos lados, jugueteando, acariciando, y hasta destruyendo, pero se que estás aquí, porque te siento, porque te veo en mis sueños, porque estás, y eso, solo tú y yo lo sabemos.
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