Todo fue tan efímero,
recuerdas tus efluvios de amor en la cama,
que pronto se convertían en efusiones de indiferencia,
y tú efusiva de tanto amor y sueños, sin darte cuenta, en segundos, quedaste en egenidad absoluta, sin amor, sin sueños, sin sentimientos, miserable.
Necesitabas tanto la égida de alguien... Y ahora al reflejar tu rostro demacrado en mi retina, me rio, con gran potencialidad, y te disgustas, pero ya ni el disgusto sirve, por lo tanto solo queda la renombrada resiganción. Y fue así como quedaste tirada, en ese lecho, en donde quizás muchas, como tú, pasaron por lo mismo. Desnuda, tanto de cuerpo, como de alma. |