Significado del término: del latín attónitus, aturdido. Mentecato, falto o escaso de entendimiento o razón. Persona muy necia o incapaz.
°Hacerse el tonto°: aparentar que no advierte las cosas que no le conviene darse por enterado. Por poca capacidad que uno tenga, llegando a su propia utilidad, suele discurrir con acierto.
Una vez analizada la palabra, pensemos: ¿Quién no tenía un tonto en el grado? Ese que siempre llegaba tarde, se olvidaba de hacer algún deber, le robaban el sandwich del portafolio, le ponían un pie para que se caiga, ¿se acuerdan?
Y en la familia, ¿no había un tonto? Casi siempre era un tío solterón, todos inclusive los chicos, se mofaban de él. Siempre sonriente, como si las burlas no le hicieran mella.
Los muchachos de la barra, siempre tenían el ° tonto del bar° al cual casi siempre, con tal o cual cuento, le hacían pagar la vuelta. Nunca tenía novia. Y…¡claro! que chica saldría con un tonto! .
También en los barrios en los cuales abundaban los conventillos, no faltaba alguno que no se destacara por ser estrafalario, por sus modales, su vestimenta o por hablar sin sentido. Entonces el apodo °el tonto del barrio° lo privaba de su nombre, no era necesario.
No olvidarse del tonto de la oficina, o de la fábrica, en fin siempre conseguimos un tonto de turno. Por una u otra causa, tal vez por necesidad, convertimos a determinado individuo en un objeto sobre el cual descargamos nuestros nervios, nuestras broncas y quizás tristezas.
Y como dijo, entre otras, el Rey Salomón: * el número de tontos es infinito*
|||||||||||||||||||||||||||||||||||
@surenio
|