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EL FILANTROPO DE LA ALEGRÍA


La desgracia del gnorante, es creer que el que sabe, sabe menos que el.



Esto puede parecer un simple cuento, pero no lo es. Tampoco es una novela fantástica, producto de la imaginación, todo lo contrario; es la historia m s real y alucinante que no se puede creer.
Nadie, absolutamente nadie que no haya vivido, esta tenebrosa historia, esta escalofriante realidad, podría creerla, jamás.
Estoy escondido, con mucho miedo; miedo que me encuentren, miedo de todo lo que me rodea, miedo de no saber cuando volver‚ a ver la luz del sol.
Ese día no era como los otros, era un día de malos augurios y funestos presagios. Ya lo había anticipado el brujo de la tapera. El sabía muy bien lo que estaba por pasar.
Desde muy temprano, la gente salió a la calle como todos los días, unos a trabajar, otros para hacer las compras, los niños a la escuela.
La alegría reinaba por todas partes. Los pequeños jugaban en las plazas y veredas con la inocencia infantil que estaba lejos de presentir el fatal desenlace.
Todo está escrito. Había dicho el brujo de la tapera.
Nadie se salvará. Nadie.
!Dios¡ ¿Por qué‚ no le habrán hecho caso? ¿Por qué‚? Sí el hablaba siempre de todas esas cosas; de la luz mala, de magia negra, de las noches de brujas, de los malos espíritus y del alucinante aquelarre.
A las diez de la mañana de ese día funesto, el aire comenzó a enrarecerse. El sol no estaba como todos los días. Tenía un brillo
diferente. Las fábricas y escuelas cerraron sus puertas.
-Pueden irse a sus casas. Todo se había suspendido por tiempo indeterminado.
-Las órdenes vienen de arriba. -dijeron- Nada m s. Nadie sabía nada, todo era un misterio.
-Claro, -dijo uno- a lo mejor, es mas lógico de lo que todos
piensan. Los de arriba, han decidido darnos las vacaciones que tanto merecemos.
-¡Qué‚ grave equivocación! Los de arriba, como ellos decían, les iban a dar las vacaciones, si, pero las mas siniestras de la historia.
-Antes del mediodía, la gente llegaba a sus casas con las buenas noticias.
-Tenemos vacaciones por tiempo indeterminado, y esta vez es cierto! Sí, es cierto porque las órdenes vienen de arriba.-
-Esto se repetía en todas las casas. Cientos, miles de proyectos plagados de ilusiones, ilusiones por viajes que jamás po
drían realizarse en el mundo de los vivos. No podían imaginar que estaban en la antesala del suplicio, del terror y de la muerte.
-La euforia era tal, que surgían los comentarios entre vecinos.
-¿Vio qué‚ suerte? A mi marido le dieron vacaciones por todo el tiempo que quiera. Claro, mi marido es un empleado ejemplar. Por eso, por meritos.-
-¿No me diga? A mi marido también. Y...qué‚ casualidad... ¿No? Y para que usted sepa, su marido no es el único. A mi marido también por méritos.
Y, así en todas las casas. En todas se repetía el mismo dialogo
-¿Cómo es posible que todos tengamos vacaciones al mismo tiempo? -dijo uno- Iban saliendo a la calle deseando encontrar a uno que no le hubiesen dado las vacaciones. Pero, todos, religiosamente todos, estaban de vacaciones.
Al principio, fue una leve preocupación.
La gente iba llegando a la plaza donde había una gran cantidad de preocupados; preocupados por lo que tenían, y ahora no deseaban tener.
La plaza quedó totalmente colmada; hacía todo tipo de conjeturas. Los más optimistas creían en la benevolencia de los de arriba, considerando que por fin se habían acordado que los obreros eran seres humanos.
Mientras tanto, seguía llegando gente. Algunos, para estar más cómodos, subían a los árboles, otros a los techos de las casas que rodeaban la plaza. Al medio día, todo el pueblo estaba ahí, porque todos querían saber, pero no todos sabían, que‚ querían saber.
-Sí tenemos vacaciones vamos a disfrutar y a otra cosa.-gritaron desde un árbol-. Y no se‚ porque tanto escándalo.
-Yo pienso lo mismo!
-agregó otro- Estamos viendo que es una realidad y no el delirio de los pobres, como era antes.

­¡Yo también, pienso igual! -grito un gordo desde un techo-.
Tienen razón!-dijeron los que estaban parados arriba de un banco todo roto por el peso.
Encima de una estatua ya destruida, había muchos preocupados; uno de ellos decía:
-Sí todo es tan simple, para que tanto alboroto? Vayamos a nuestras casas y a disfrutar.
-Comenzaron a descongestionar la plaza jubilosamente.
Iban comentando los hechos y la precipitación con que la mayoría había tomado las cosas.
-Tenemos vacaciones y eso todo. -decían.
-Claro! Y esto que‚ sirva de lección a todos aquellos que no creen en nada ni en nadie. Además creen que lo saben todo. Y...ahora, aquí ¡ las tienen. ­Las vacaciones!
Pero mi querido amigo! Usted, debería saber que; la desgracia de los ignorantes, es creer que los que saben, saben menos que ellos...
-La charla quedó interrumpida por un detalle insólito.
Un coche abandonado en el medio de la calle, con el capot levantado y las puertas abiertas. Y m s adelante, eso que parecía insólito, era común. Autos por todas partes, sin gente; abandonados definitivamente.
-Los eufóricos contentos, nuevamente se preocupaban. Creían que todo ese atascamiento era un atropello, una falta de respeto a las buenas costumbres.
Hasta que se les ocurrió ir a la comisaría para hacer la denuncia. Pero...como algunas veces, la lógica es rigurosa, las comisarías, también estaban de vacaciones. Mientras leían el cartel que había en el frente, sus rostros reflejaban el asombro del terror. -CERRADO POR VACACIONES -decía. Tiempo indeterminado.
El desconcierto era total. No sabían que hacer, a quién recurrir.
................
-A medida que recorrían las calles, leían los famosos carteles donde decía: -Cerrado por vacaciones-corrían asustados, temerosos por no saber que‚ les esperaba.
De pronto, la alegría brilló en la cara de alguien. -El brujo! -gritó- Todos se dieron vuelta para ver que pasaba. ­Sí. El brujo, puede darnos la solución!
Y allí se encaminaron, convencidos que el brujo les daría la respuesta que buscaban.
Al llegar a las afueras de la ciudad, vieron las calles atestadas de todo tipo de vehículos. Coches, camiones bicicletas tiradas, juguetes en las veredas, cosas desparramadas por todos lados; algo imposible de describir. Las casas estaban con las puertas y ventanas abiertas, sin gente, como si se los hubiese tragado la tierra. Todo estaba obstruyendo el paso.
Caminaban por arriba de los vehículos y de todo lo que estaba tirado.

No había ninguna otra forma de pasar. Tenían que salir de ese desconcierto. A los lejos se oían gritos desgarradores que pedían socorro. Al fin, con gran esfuerzo lograron salir de la incertidumbre de lo desconocido.
-Caminaban apresurados hasta que la alegría apareció en los rostros asustados de los que ya, no querían las vacaciones.
A muy pocos metros estaba la tapera del brujo de la salvación. Toda esa alegría fue diluyéndose a medida que sus llamadas angus-tiosas no tenían respuesta. Temerosamente, uno de ellos, se asomó por una abertura que hacia de ventana en la derruida tapera y... Ahí, estaba el horror. Sus ojos explotaron dentro de sus cuencas. Su cuerpo quedó petrificado mientras su piel iba cambiando li-geramente de color.
Menos que una fracción de segundo duró nuestro asombro. Comenzamos a retroceder para escapar despavoridos del lugar.
Nos llevábamos por delante mientras corríamos para alejarnos velozmente del espanto y de la muerte.
Al acercarnos a las primeras casas, mi corazón comenzó a latir violentamente al darme vuelta y comprobar que estaba comple-tamente solo. Nadie venía detrás de mi. Seguramente habían sido alcanzado por la tenebrosidad del horror.
Entré por la calle principal. Todo era el delirio, el caos espantoso de la desesperación. La gente corría para todas partes. Los que tenían la mala suerte de caer, nunca más se levantarían; eran pisoteados, arrollados por la horda del pavor. Y...ahí, en el centro mismo, pude ver la personificación de lo mas espantoso, lo más horripilante que puede pasarle a un se humano.
.............................
Nunca supe el título. Y hoy, después de muchos años, sigo buscando en librerías, bibliotecas y todo aquel que pueda darme algún dato, sobre aquel libro que estaba leyendo y le faltaba la última página.
Omar Ordóñez






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Texto agregado el 25-11-2006, y leído por 129 visitantes. (0 votos)


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