Y a veces me convierto en humo, desgastada por la nociòn del tiempo, le pido al viento que no me arrastre, que no me envuelva en tus ojos...para no llorar...para no sentirme libre...para no tener olor a tierra fragmentada...
Pero sòlo a veces soy tu sombra, una sombra mal formada por la noche...donde cada gota de tu agua me lleva a renacer, a tomar tu silencio...
Y a veces me convierto en tierra...en tierra fumigada por tu aliento...ese que sabe a hojas de otoño...a hojas de enero...
Y es paradòjico todo esto...tan paradòjico como mis manos que te acarician sin sentir nada, que beben sin tener sed...
Por eso a veces soy humo, un humo envuelto en cenizas, disuelto entre las sombras de los àrboles...que no me acobijan...
Y a veces, sòlo a veces, soy tierra...una tierra de nadie, de nada...sin fuego ni espuma...infèrtil, rodeada de miedos que me absorben...
Y a veces me olvido que existe el cielo, me enajeno en la forma de tu boca y no respiro para no soñar...para no volar por el cielo de tu vientre...
Me fatigo, me vuelvo oruga, me encierro en tu rostro que parece rama y comienzo a extrañar el misterio de tu risa que me convierte en humo, en sombra, en hierba enraizada...
Y a veces el tiempo no me sirve, no avanza, las nubes sin luna se desmoronan como azùcar congelada...
Y en lo efìmero del dìa, me vuevlo escarlata, bostesando para no buscarte, para no enraizarme a tu mirada...
Y en el vuelo del ave, se dibuja una sonrrisa hipòcrita, rebuscada...
Y no llego...me convierto en humo...me convierto en nada...
Mujer del Oasis
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