Como a las 10 p.m. Reventavo, ya con unas rayitas de más, decidió ir con su eterno acompañante a comprar más cervezas. A esas altura, las cervezas, eran una especie en extinción así que, con 3 envases de “doragua” y una de bebida de fantasía, se encaminó hacia la botillería “Matamoros” por más bebestibles.
- Hola tío, ¿me da 4 chelitas?
- Pero este envase no te sirve- le respondió el dependiente
- Pero si me dijeron que se podían cambiar por los de cerveza
- Yiaaaaa, ¿quien te dijo esa tontera?
- Weno, le dejo por el envase entonces
-
Ya solucionado el dilema, se encaminaron por la calle Argentina hacia su guarida. A mitad de camino se encontraron con el bolsero número uno de la población; el temible “Rapilo”, alias “Reptar”, alias “Rataro”. Todos los apodos anteriores se debían a la increíble belleza física del designado.
-Wena cauros, ¡van cargaitos!
- Si po` wacho, vamos a un asao al vidrio – dijo Reventavo riendo a carcajadas.
- Y ¿no invitan?, ¡puta que están cambiaos!
- Cómprate unas pilsencitas y vamos
- Weno pero tengo pa`2 no más
Eso fue todo lo que dijo y de una carrera (que envidiaría hasta Speedy González) fue a comprar su gran aporte y unos “puchitos pa` echar humo”.
Ya conformado el trío de camaradas, se dirigieron raudos (nunca una palabra me pareció tan insuficiente para designar algo) al cubil que albergaba el preciado manjar. Una vez instalados, procedieron a prepararse unos surquitos de mandanga para ponerse a tono. Como Rapilo era recién llegado al carrete, se le otorgó el privilegio de ser el primero, y luego de una descomunal sonada para despejar las “narices” se jaló de una la dosis que le tocaba. Diremos antes que, un poco dudoso de las virtudes diuréticas que sus amigos le habían descrito, y en menos de 10 segundos, estaba alabando desde el WC la magnífica calidad del narcótico.
Como a las 11 p.m. llamó por celular a Rapilo, su hermano “El Mortadela” que en menos de 10 minutos apareció frente a la mediagua de nuestro paladín con un par de cervezas bajo el brazo y una sonrisa inocentona
-Ya cauros, se armó el carrete- fue su presentación y entró sin más ni más
Minutos mas tarde emitía el elocuente comentario:
- si vamos a seguir así, vamos a tener que comprar más “confol “por que esta wa` esta más que wena.
No necesito decir que esto lo decía desde el trono de porcelana. Más tarde estas palabras serian consideradas proféticas.
A las 11.30 p.m. ya eran seis los componentes del grupo pues habían aterrizado por el lugar los infaltables camaradas “el Caezón “y “el Piti” que, gracias a un módico aporte de una jaba de cervezas, pudieron unirse al deguste de esa ambrosia. (Eran menos amigos del dueño de casa, por ese motivo su cuota fue mayor)
El “caezón fue el encargado de hacer unas moneditas para comprar mas cigarrillos y dos rollos de papel higiénico que, a esas alturas, ya era una necesidad.
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