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Inicio / Cuenteros Locales / escritor_de_memorias / EL AMO DE LAS ESPADAS (capitulo 5)

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Capitulo 5 Reflexiones

Las puertas de la fortaleza oscura se abrieron para que el general Delfos y su regimiento entraran. Una vez traspasadas las paredes los soldados se separaron y regresaron a sus respectivas guarniciones mientras que el general se dirigió al castillo real. Una vez ahí, los lacayos del palacio lo acompañaron hasta las puertas del salón del trono en el primer nivel del castillo. A partir de ese punto el general continuó solo introduciéndose en la estancia donde lo aguardaba el rey en persona.

–Mi gran señor –exclamó el general mientras hacia una reverencia –tengo noticias de las tierras del norte.

–Han caído todos los infieles –dijo el rey –eso ya lo sé. Lo que me interesa discutir son los acontecimientos en la región sur.

A pesar de que delfos era un guerrero victorioso de muchas batallas no pudo evitar sentir nerviosismo debido a que tenía la responsabilidad de dar informes negativos al Rey oscuro.

–Lamento decirle Señor que los guerreros enviados a la ruinas de Tiznia fracasaron en su misión; 4 soldados de tercera clase, Sir Caladar de segunda clase y Lord Karlo de primera clase de la guardia de honor y poseedor del sello de la bestia murieron en ese lugar a manos, según mis informes, de un muchacho llamado Milhtred quien aparentemente a encontrado a Forthia, la espada ventisca. Posteriormente en los alrededores de lirihkó Sir Darglkan también fue eliminado y suponemos que el responsable es el mismo Milhtred.

–Estoy enterado de todo eso –respondió con seriedad el Rey oscuro –y es necesario resolver ese problema.

–Por supuesto mi Señor –dijo Delfos –ya estoy preparando un escuadrón de guerreros de primera clase para eliminar a ese niño y traer la espada ventisca.

–Sería inútil hacer eso –replicó el Rey –ninguno de los guerreros bajo tu mando podría vencer al portador de Forthia.

–Entonces yo mismo me enfrentaré a ese muchacho y lo liquidaré –exclamó el general.

–Más allá de los muros de esta fortaleza, el sello del guardián que te he concedido no tiene ningún poder, y sin él tú no eres más fuerte que el resto de los guerreros de primera clase.

Para Delfos escuchar esas palabras fue un golpe muy duro, no podía soportar la idea de que existiera en el reino un guerrero superior a él pero tampoco podía contradecir al Rey oscuro, por lo que se limitó a preguntar cual sería el procedimiento a seguir.

–Envía un mensajero a la ciudad de Tharania e informa de todo esto al maestro Lukor. El sabrá que hacer –dijo el Rey.

El general Delfos asintió y tras hacer una reverencia salió del salón para cumplir con las órdenes del Señor oscuro. Sin embargo, no estaba del todo conforme y esperaba tener la oportunidad de comparar sus habilidades con las de Milhtred.

Al llegar a su puesto en la torre norte del castillo, Delfos despachó a un mensajero como se lo había ordenado el Rey. Pero el general seguía intranquilo y molesto, se preguntaba quien era ese muchacho, que había logrado la hazaña que nadie, ni siquiera el mismo Delfos consiguió. Cinco años atrás el general viajó a las ruinas de Tiznia y durante casi un año permaneció ahí sin éxito. Nunca fue capaz de encontrar las legendarias espadas de Valdum. Sin embargo, los pensamientos del general Delfos se vieron interrumpidos por la violenta entrada de un guerrero a sus aposentos.

– ¿Quién fue? Te exijo que me des el nombre del asesino de mi hermano –gritó furioso el hombre que irrumpió en la habitación.

–Es mejor que te calmes Garret –replicó Delfos –comprendo tu frustración pero no debes olvidar que estas hablando con tu superior.

–Crees que puedes entenderme, pero no tienes idea de lo que significó para mí escuchar la noticia de que mi hermano menor Caladar, ha muerto. Las palabras de Garret reflejaban tristeza y furia.

El general observó el odio en la mirada del hombre frente a él. Compañeros en el campo de batalla, Delfos conocía perfectamente la habilidad y la fuerza de Garret. Y comprendió que podía manipular sus sentimientos para lograr sus propósitos.

–Un joven campesino de la región sur llamado Milhtred a despertado a Forthia la espada legendaria, y con ella dio muerte a tu hermano y a otros de tus compañeros –dijo Delfos.

–Envíame en su búsqueda –exigió Garret, –te prometo acabar con él y traer la espada.

–Eso es imposible –respondió el general, –aunque quisiera hacerlo, el rey ya ha tomado una decisión, y me ha prohibido enviar más guerreros. Sin embargo, los soldados de primera clase tienen autonomía y pueden viajar por el reino libremente. Sí tu lord Garret de la guardia de honor decides viajar al sur, yo no podría detenerte.

Ante las palabras de Delfos, Garret no pudo disimular una perversa sonrisa y sin pronunciar palabra alguna se retiro de la habitación. Mientras que el general cerró la puerta y se dispuso a dormir con la certeza de que el joven Milhtred muy pronto habría de morir y que la espada ventisca estaría en sus manos.

Mientras tanto, muy lejos de la capital, Sara, Kadsuki y Milhtred viajaban en un carruaje tirado por dos caballos. Al parecer, durante la noche anterior Kadsuki aprovechó que sus compañeros dormían para hacer negocios con unos viajeros y el resultado fue que el grupo obtuvo el vehiculo, el par de animales y algunas mudas de ropa.

El destino de los viajeros era Kordias la ciudad amurallada. Durante el camino, los muchachos platicaron acerca de sus vidas y para sorpresa de Sara y Milhtred, la historia que Kadsuki le había narrado a Laisa era cierta. Él estaba dispuesto a vengarse del Rey y sus seguidores que habían llevado a su familia a la desgracia. También hablaron acerca de Forthia. Milhtred preguntó a su nuevo compañero como es que sabia sobre la espada y él le respondió que la leyenda es muy conocida en todo el Reino incluso en las tierras del norte, de hecho originalmente las espadas fueron forjadas en una aldea mítica de la región del norte. Debido a esto, los símbolos de la inscripción en la vaina de la espada de Valdum forman la palabra Forthia que en el idioma nórdico antiguo significa la ventisca.

Aclarado el tema de la espada pasaron a discutir sobre el misterioso carcaj de Sara. Para Kadsuki era algo totalmente desconocido y nunca había escuchado de un objeto mágico con esas características. Del mismo modo, Milhtred y su hermana ignoraban por completo los poderes que encerraba esa supuesta reliquia familiar. Fue entonces que el muchacho se decidió a manifestar sus pensamientos sobre Bardos y Miriam, ya que a pesar de que siempre fueron como unos padres para él, obviamente les ocultaban muchos secretos. Sara tuvo que admitir que su hermano tenía razón ya que ni siquiera con ella fueron del todo sinceros.

El viaje continuó y las dudas seguían surgiendo, por ejemplo como fue que el Rey oscuro se enteró de que Forthia sería descubierta y que clase de magia hacía que un hombre se transformara en una bestia. Estas y otras preguntas solo podrían ser resueltas en la fortaleza oscura, al menos eso era lo que Milhtred pensaba.

Mientras seguían su camino Kadsuki ayudó a Milhtred a entrenar para que el joven guerrero puliera sus habilidades con la espada y su avance fue notable con cada día que pasaba las capacidades del muchacho mejoraban sorprendentemente. En algunas ocasiones Milhtred practicaba solo con Forthia para acostumbrarse a la poderosa espada y poco a poco descubría la forma en que podía liberar la magia encerrada en ella. Por otro lado, mientras el muchacho practicaba con su espada, Kadsuki aprovechaba para platicar con Sara. Para la chica era fascinante escuchar las historias del rey de los ladrones y disfrutaban mucho estar juntos. Para ella resultaba una experiencia nueva hablar con una persona como kadsuki, ya que en su pueblo natal casi no tenia amigos y siempre estaba con Milhtred aunque en realidad sus pláticas no eran muy interesantes, mientras que kadsuki siempre tenia algo que decir, y su mirada reflejaba mucha pasión, tanta que en ocasiones Sara se ruborizaba ante los ojos de ese pícaro ladrón.

Los días pasaron y finalmente después de un largo pero tranquilo viaje llegaron a kordias aunque el primer inconveniente fue que les permitieran el paso, ya que debido a las órdenes dictadas por el rey, ninguna persona podía entrar a la ciudad amurallada sin identificación. Milhtred y Sara intercambiaron miradas de preocupación, mientras que Kadsuki bajó del carruaje y sacó de entre sus ropas un pergamino, el cual mostró a los guardias de la puerta. La sorpresa en el rostro de los jóvenes aumentó al ver que los soldados hicieron reverencia ante el rey de los ladrones y el acceso a la ciudad fue permitido de inmediato. Después de avanzar a través de las primeras calles de la ciudad Sara cuestionó a Kadsuki y éste les mostró el papel, el cual identificaba a su portador como un noble.

–Debo admitir que tu presencia es de gran ayuda –dijo Milhtred –aunque eso no significa que esté de acuerdo con que robes. Pero en la situación en la que estamos lo más importante es sobrevivir.

Kadsuki permaneció en silencio y dirigió el carruaje hasta una posada. Mientras que Sara y Milhtred observaron confundidos el rostro pensativo de su acompañante. Al parecer había mucho más en ese hombre que el alma del ladrón que ellos conocían.

Texto agregado el 22-11-2006, y leído por 130 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
15-02-2007 Voy rapido a la continuación. Tu novela esta buenísima. kone
 
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