El perro lustroso, rutilante y bien comido contempló con desprecio a través de la reja de la mansión al maltrecho quiltro callejero, raquítico y pulgoso que pasaba trotando con sus costillas sangrantes a flor de piel. El perro de la mansión era un poderoso Doberman con un reluciente collar. El quiltro vagabundo era de todos y de ninguno. Por supuesto que entre ambos había una enorme diferencia: La reja
Texto agregado el 22-11-2006, y leído por 335
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Lectores Opinan
28-06-2010
la represion, encarcelamiento, limites contra la libertad!!... tamosa
08-12-2006
Notable, me gustan los cuentos cortos, casi cómo un pensamiento. Lo felicito. NUWANDA
08-12-2006
Notable, me gustan los cuentos cortos, casi cómo un pensamiento. Lo felicito. NUWANDA