es miércoles, es 22 de noviembre, y sigue lloviendo...
muchas veces -generalmente cuando se tiene veinticinco años-, uno se encuentra aventurado en extrañas tareas que resultan ser exactamente lo opuesto a todo aquello pensado como meta, sentido como destino más o menos irrevocable, apreciado como ideal. y se puede vivir medianamente bien junto a esa contradicción. y la vida entera puede pasarse en tal despropósito. en realidad, por lo que me toca ver, casi siempre sucede de esa manera: se comienza temporalmente -ingenuamente-, formando parte de un engranaje ni querido ni necesitado, para luego darnos cuenta que es demasiado tarde salirnos de él, porque los años fueron tejiendo una imprevisible solidez a nuestra ligera pirueta juvenil. y todo se torna confuso y ligero, con esa insoportable levedad.
otras veces -generalmente en ésto no importa la edad, ni el momento, ni el lugar-, uno se encuentra aventurado en aquellas tareas que resultan ser exactamente justo aquello pensado como meta, sentido como destino más o menos irrevocable, apreciado como ideal. y se puede vivir en ese sueño como si fuese una realidad. y la vida entera puede pasar con una sonrisa tatuada en el alma. en realidad, por lo que me toca ver, casi siempre sucede de esa manera: se comienza temporalmente -ingenuamente-, formando parte de un engranaje puede que querido y tal vez necesitado, para luego darnos cuenta que es demasiado tarde salirnos de él, porque los meses fueron tejiendo una imprevisible solidez a nuestra ligera pirueta juvenil.y aquí estamos, meses despues, amándonos como si fuese la primera vez.y todo se vuelve profundo y sincero. y esquivamos la insoportable levedad.
...y poco importa que siga lloviendo, porque me encanta la lluvia!
Me decepcionarían dos cosas de vos...
Que seas lesbiana y que volvieras a esta página.
(tus diez palabras llenas de una sutil ironía me dejaron con ganas de mandarte otro e-mail)
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