el festival animal desenterraba los huesos de la avenida.. soplando muy fuerte por su tobogán espía, succionaban dedos de pescado helados. pensando en los hombres estrellas, soplando por su pérdida, solos, como siempre decían, ¡Claro que miento! la la la la la, un platillo fuerte con tambores acompañantes..., este era el festival de la calle 38.

los murmuros del ebrio, repitieron su eco en la habitación del miedo. pálida con la mirada inflada, despistada, encontrada en la soledad de su violación. con máscaras de papel, explotando en el reflejo del espejo. una vez más, pintada con aceite blanco, un saxofón de realeza con el final perfecto. triste con ornamentos rubí. devoradora.., un poco igual hambrienta...

las trompetas anunciaron el vaho en la botella, tartamudo un poco lejano, anunciaba la canción del asesino. tambaleante, con cara cortada. pronunciada caída en el mentón de la navaja. un beso perdido en el veneno de sus labios.. aturdido por el número de la fotografía. enlistado en el peor maquillaje de su vida.

los zapatos empeñados se bañaban con el vómito de su fin. plásticos, vestidos de memoria peculiar.
arañó las paredes de su callejón transportando los ojos de su mente en policía. abriendo los archivos...
el globo del niño se elevaba, la mano perdida flotando un poco más abajo... azúcar y lágrimas perforaban sus labios, congelados en la búsqueda de su extremidad. atravesado atravesado en la historia contaminada. balas y balas, y balas que no correspondían al corazón aún pequeño.. 1998..

las gotas que perduraban en el cuello de la botella, perfumaban los últimos pulsos de la memoria inconsciente. vaciando su cirrosis por el drenaje de su baño principal, la lluvia limpiaba su lecho de muerte. preparaba la escena de cristal, gritando por el sorbo letal.
los colores abandonando la oscuridad que acercaba su mano gélida y traicionera. ¡Bebe!

las palabras vaporizadas en la nueva alucinación, derretían las arrugas y la peluca en la alfombra del baño. atacada al corazón, plantada con píldoras y semillas. los lentes brotaban del frío del azulejo, el vestido de flores alumbraba el olor de la imaginación. un sensor de bastón que lloraba a sus nietos y pedía perdón.

Tragó su cronómetro regresivo, y apagó su sistema respiratorio.
ligeramente dejando caer su cabeza en el cartón almohada húmedo, germinó con el alma que nunca encontró. arriesgando su delirio, censuró su próximo segundo.
se silenció.

..la caricia de la musa apareció junto a él en su bienvenida. iluminándolo de lágrimas, lo convirtió en la criatura más hermosa. guardó las alas perfectamente... sulfurando sus ojos y fusionándose a él.