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Inicio / Cuenteros Locales / elrudo37 / En Mi Coche(y no es de los hombres G)

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El carro, hervía debajo de este solo infernal, los motores todos con su ritmo anunciaban su cansancio y vago grito de un momento de descanso. Entre los carros cientos de niños con dulces pasaban a venderlos para poder comer un pedazo de pan o para que su padre desconsiderado y borracho no les volviera a pegar. Bajo el semáforo des tres focos que solo parpadeaba, estaban mala vareando dos payasos del asfalto, con sus caras maquilladas con pintura blanca, de un alto contenido toxico, sus miradas tristes brillaban con el sol de frente, que solo hacia resaltar sus miradas las grietas del tiempos atroces que habían pasado por sus miserables vidas de alcoholismos y drogadicciones. Todo el producto de una familia quebrantada por los bajos insititos incontrolables de un animal que por forro llevaba el nombre de marido y una yegua que más que yegua, era un adicto a sadismos y una sadomasoquista que se dejaba mangonear por su animal. Debajo el semáforo inservible estaban dos pitufos, que luego se convertirían en tamarindos que impartían leyes chuecas a los automovilistas, desde que miraban feo a los otros chóferes, hasta que el carro estaba muy bajo de lo normal. Hablaban en radio pretendiendo impartir órdenes para que la situación del semáforo descompuesto se arreglara lo más pronto. Después de varios segundos se pudo observar como el radio perdió el cordón que estaba colgando, y en un momento de tensión entre los otros tamarindos por tremenda situación de alboroto y falsedad por parte del tamarindo que se encontraba con el control de la patrulla, un morro de aproximadamente un metro de altura, y la edad realmente no se como unos diez años hizo uso de sus técnicas de manejo experto de sus manos y le arrebato ala gacha la bolsa a una señora que esperaba la pecera con rumbo a Soriana la Fe, . Debajo de la esquina que se encontraba en contra esquina de los policías, debajo de un techito designado para las paradas de camiones. El pequeño delincuente, o experto técnico de las artes ocultas del afane de lo ajeno, se Desplazándose como Gazella por entre las calles de la colonia perdiéndose entre alborotos de carros y gente, que circulaban hacia dentro de ella. En ese momento que por arte de magia, volvieron los semáforos a funcionar y al primero que le dio el verde fu a mi lado, entonces me dispuse a avanzar hacia mi destino, y dejar de ser participe a este descontrolado orden que en otros lados del mundo se le podrían hacer honores a tal avanzado nivel de organización y comercio mientras ala misma vez un entretenimiento que ni los circos mas sofisticados pueden alcanzar.

Texto agregado el 21-11-2006, y leído por 138 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-11-2006 Cosas que unos viven y otros ven, un mundo revuelto lleno de tantas cosas en el mismo lugar... Buen relato. milvecess
21-11-2006 El uso de la jerga local esta muy bien para abrillantar el contenido Ysobelt
 
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