A pesar de los años, y de los evidentes vestigios de excesos y dolores, creo que me conservo bien. Aún me gusta mi cara. Pienso que mi faro todavía destella y resplandece. Soy diferente. Más bien, me dejaron diferente. No ha sido fácil cruzar el puente levadizo. Estuve mucho tiempo en la otra orilla, gravitando en una aletargado círculo. Durante años anduve persiguiendo a una mariposa imaginaria, en sus mudanzas y escondites. Ahí dejé mis vísceras y mis huesos. Me desbordé por sus paisajes en llamas. Me partí en mil pedazos. Y finalmente... me hundí con mis banderas al viento. Es que la pasión nubla la razón.
Últimamente me han acusado de loco. Tengo mis razones. En eso estamos, recomponiendo uno de los hemisferios, revisando la trastienda. No creo ser el único que está agazapado, extraviado en los laberintos de alguna encrucijada. Además, quién no se vuelve loco, lidiando todos los días con esas bestias de acero que circulan en las calles, y después aguantar a cuarenta y cinco monstruos vestidos de azul que me esperan en el Liceo.
A pesar de todo, no miro apesadumbrado a los alimentadores de palomas. Ni me pongo demasiado triste al ver escurrir gotas de lluvia por los vidrios de los hospitales como le ocurría César Vallejos. Ya no me deprimen los rocíos en los amaneceres evocando un trasnochado nombre o una antigua sonrisa. Ya no ando mal herido ni condenado por mi
historia. No tengo mi dormitorio a media luz...mucho menos, oscuro. Tampoco me pongo a mirar las parejas que se besan en la calles...al contrario, en ocasiones bebo unos vasos de vino tinto y jamás para olvidar las penas o viejos amores.....ah.......vino blanco, casi nunca tomo, ni siquiera con mariscos o pescados como recomiendan los gourmet.
Desde que estoy en Concepción me gustan los otoños con sus hojas caídas adornando el asfalto. Me gustan las lluvias, los truenos y los relámpagos. Me gusta el viento cuando arrecia imponente, pero me entristece que levante tejados y humille pobrezas.
Me gusta el frío aún a riesgos de resfríos
Y aquí vamos, ligero de equipaje, malabaristas del mismo circo, equilibrándonos por los bordes de las reglas preestablecidas, tanteando no sucumbir en el intento, resistiendo los embates de las teorías agoreras que aseguran que de nada sirve acortar distancias porque al final igual los senderos se bifurcan. Quizás lo único verdadero sea esta manzana que muerdo, mi perro que se rasca la cola y esa nube que pasa sobre mi cabeza, mientras en la pantalla una niña de veintiún años juega a ser periodista desnudando la privacidad con la elaborada ilusión de sentirse diferente. Hoy yo también me atrevo a confesar algunas cosas. Aunque Ud. no lo crea, varias veces, le bajé los calzones a una que aparece seguidito en la tele. Aún me emociono con Serrat, Silvio y la Piaf. Ayer no más, me aprisioné mi mano al cerrar la puerta del auto. La tengo hinchada y deformada. Pensar que con esta misma mano saludé un día a Fidel en la Universidad, al Papa, a Dean Red y a Christopher Reeves. Se la estreché emocionado a Benedetti y a Cardenal en la Feria del Libro, al
tío Roberto en la Peña de los Parra, a Roberto Bravo en un concierto, a Lemebel, a Coloane, a los poetas Ramiro Hassan y Pepe Cuevas, etc..etc. Todos ellos podrán también algún día señalar con orgullo el haberme conocido. Me gusta Dalí y Van Gogh con todas sus locuras. Siento una tremenda admiración por ese poeta-pastor amigo de Neruda llamado Miguel Hernández. Me gusta Roberto Arlt por sus Siete Locos, por sus juguetes Rabiosos, por su Lanza Llamas, y claro que sí, me gusta Huidobro a pesar de su acento tan francés en su vanguardista Altazor. Me gusta Cortazar con su Casa Tomada....y por supuesto Borges con toda su ceguera y su “visión”,con sus puñales y sus lunfardos y Esquinas Rosadas, con sus temores a los espejos y Neruda con su voz cansada.
A lo mejor el Santiago, glacial y pesado, me quedó grande, por eso me vine al sur, pero eso no significa--y que me perdone la Violeta-- que para olvidarme de ti, tengo que cultivar la tierra. Mis manos las necesito para escribir, y con ellas ir conquistando mi pequeño espacio de libertad. Creo que me estoy enredando. A veces tengo que hacerme el huevón, como que no pasara nada, cuando en el fondo pasa de todo. Me tiene hinchado esta eclosión de la parafernalia de los mea culpa, recomponiendo este país anoréxico e intangible, sin párpados, convertido en una aldea de cadáveres insepultos. Ellos están ahí, son parte del paisaje. El problema es que mi olvido crece al ritmo de las araucarias y por ningún lado se me aparece la famosa cajita negra en esta super producción con banda sonora incluida. Tenía razón Aristóteles cuando decía que la virtud se aprende.
A veces vienen mis ancestrales crisis,....y me deprimo, pero después me consuelo, pensando que hasta las torres gemelas se desplomaron y no me voy a caer yo, que soy un pobrecito mortal. Incluso, hasta le he llegado a tomar cariño a mis viejos defectos. Algún día contaré la historia oficial de esas realidades paralelas que no se tocan. Por el momento, estoy intentando rearmar el puzzle de mi vida, buscando coincidencias. Buscando afuera lo que creo que me sobra adentro.
Soy intenso y apasionado. En ocasiones, mentiroso, fanfarrón y egoísta y por herencia, cometo los mismos errores......pero creo en el amor. No busco mi media naranja, necesito la naranja entera. Ya no busco conejitas tipo Play Boy, sino mas bien una mujer todo terreno. Lúdica. Amante del Carpie Diem.. Trasgresora e incendiaria...capaz de serenar y atolondrar mi espiritu. Mitad serpiente, mitad golondrina. Una amante para la hora de la ternura y una cómplice en los desafíos. Desprovista de histeria y de fatuidad. Como soy pro derechos humanos, que no comulguen ni simpaticen con “ismos” como pinochetismo, nacismo, fachismo, racismo y fundamentalismo. El resto..... de se puede pactar. Se puede transar.. En fin una mujer al 90%, el otro 10% restante se lo dejo a la niña lúdica, tierna y soñadora...capaz de enamorar hasta las estrellas. En fin...resumiendo..una mujer que no permita que me marchite.
Bueno a pesar de todo.... aún estoy estucando, más bien desmalezando mi desvencijado y maltrecho corazón. Como dije, él sacó la peor parte. La trizadura que lo atravesó, le dejó una grotesca cicatriz. Pero aprendí la lección. Creo que lo peor ya pasó. Por lo tanto, a estas
alturas del partido procuro no formalizar tratos con el porvenir. Seguramente, la vida está en otra parte. De repente, de nuevo se me rompe el andamio y me caigo, pero con la diferencia, de que esta vez me paro, me construyo y me doy forma. Hasta me perdono.. Me doy aliento,.. y a veces.....hasta me felicito..
|