Qué es lo que se puede ofrecer, “papeles tristes y ser de boca floja
y perdón para su lengua larga...”
Reza el himnario de Nuestra Señora del Rock.
Un nuevo testamento que Los Redondos dejarán a las generaciones
futuras.
¿Qué es lo que se puede ofrecer...? Buena pregunta, si mentimos
tratando desesperadamente de decir la verdad. (Ni siquiera podemos
pronunciar una pequeña, portátil, verdad de bolsillo).
Si las tardes pasan como legalmente parece establecido, si los gatos
lloran amores en los techos de mas casas que las que podrías contar.
Supongo entonces, que al final de todo, podemos ofrecer solamente,
escasamente, el famoso corazón... que no es poco, yo diría que no es poco.
El corazón fuerte como el de un tigre y tan débil como un gorrión.
Tan desconcertado del vivir.
Tan peligroso como una Gillette.
Tan sincero como el sol de las plazas de las mañanas de marzo.
Tan desesperado como cientos y cientos de langostas comiendo
árboles y sembrados.
Tan seguro como estar despierto.
Tan tranquilo como mates de madrugada.
Tan simple como andar descalzo.
Tan extraño a veces...
Podemos, quizás podemos, ofrecer ese corazón, de los intentos y los
dolores, ese de las jornadas y de los roles, ese analizado corazón de pizarrón, ese descabellado artesano de las horas, ese despiadado, acurrucado, engrandecido, espantado, recuperado corazón de puertas y de intentos, de vaivenes y de intentos, de años y de intentos. (Intentar parece ser el verbo de todo corazón que se precie).
Intentar ofrecerlo, no es entonces poco, es mas bien un proyecto de
como exorcizar la vida del fantasma de la muerte.
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