Así es que es verdad que te has ido, es verdad lo que me dijiste hace tres días antes de dormirnos. Pero como iba a pensar que aquello iba en serio, con esa monotonía en tu tono, con el sabor de boca pastosa y saliva en la almohada, y con algo de culo y pie rozándome. Parecía una amenaza más de otra tantas de tantos días, simplemente que aquella estaba fuera del contexto de las anteriores.
Ibas diciéndome que estabas cansada de mi cara repetida todos días, de estar en una soledad acompañada y mientras me iba escurriendo en el sueño, no me creía lo de que vivir conmigo, era desvivir la vida... (suspiro) sólo supe ir cerrando los ojos a tus gestos de pijama ridículo con fondo de cacerola.
Así pues era cierto que te ibas, y me has dejado con esta esperanza ingenua de que no es definitivo, de que vas a volver, que has necesitado escapar para poder volver a aceptarte y devolverte luego a la seguridad de nuestra rutina, con el consuelo de que lo has intentado y la frustración de no haberlo conseguido.
Pero no, parece que esta vez va en serio. Has cerrado la puerta y te has llevado ese mundo nuestro que era todo, abandonando el mío que es nada. Te has llevado tu presencia, que no tu recuerdo. La tristeza como una fórmula de física y química me vence siempre de la misma forma... abajo... abajo... abajo...y plano.
Y ahora...solo, ahora es lo más cercano a estar muerto, sin musa, sin gloria, sin ser el héroe de nadie. Y nadie mira mis gestos, ni mis poses. Nadie escucha mis palabras...entonces no existo...
Este cuento está dedicado a todos los que dan el coñazo cuando les ha abandonado alguna pareja. Que por otro lado se comprende... que les hayan abandonado quiero decir, no que den el coñazo
Lo escribí cuando me dejaron a mi y mis amigos me evitaban, entonces dije; bueno, por lo menos escribo un cuento.
Monólogo para un corto inspirado en el cuento "El río" de Cortazar |