La pobreza y la riqueza se hallan únicamente en el comportamiento del individuo. Un individuo, por ejemplo, que maltrata a un animal o a otro individuo siempre será pobre. Otro individuo que está satisfecho con lo que tiene, que no tiene necesidad (interna) de maltratar, que comprenda, que sepa hacer uso de su imaginación y que por tanto imagine y sepa aprovechar de los ratos de ocio para imaginar y que imagine incluso en los ratos en que trabaja, incluso estando satisfecho con lo poco que pueda tener, siempre inventará algo, siempre transformará algo – la imaginación es un medio que tenemos para conectarnos con el entorno y la falta de ella logra hacer que el entorno nos aplaste, nos asimile -. Y es de esa capacidad de inventar y de transformar y de transformarse en lo que consiste la riqueza.
Sólo un individuo rico es capaz de librarse de la educación que recibió – (ese ruido interferente) -; porque casi toda educación recibida responde a un concepto de la vida y dicho concepto responde a la ubicación que imaginamos que nos hallamos en la vida. Dicho concepto de la vida es nuestra noción de la condición humana y eso usualmente es lo que se enseña a los hijos, y el individuo que no despierta y se comporta adherido a tales conceptos permanece pobre, porque se encuentra incapaz de transformarse y halla inútil el transformar.
Si se considera que, por un concepto de la condición humana aprendido, se es pobre porque no se es rico, entonces ¿por qué razón transformar el lugar en donde vivo si la mediocridad de mi espacio es el lugar justo en el que por mi condición me debo hallar? Todo deseo de mi parte por transformar mi espacio en una cosa más agradable para mí termino considerándolo, por educación, como amaneramiento o como un complejo de alguna especie o como una traición a mi condición.
Mediante un concepto de la condición humana aprendido existen los pobres y existen los ricos y ambos son seres sumamente definidos dentro de toda una cosa global. Debido a que cada “condición” está envuelta en todo un universo de valores, comportamientos y costumbres se cree que lo mejor que se puede hacer consiste en no traicionarse a “sí mismo”. De esta manera piensan absolutamente todos los pobres.
Pobre el pobre que le da al dinero un valor por encima de sí mismo y que considera que sin él (sin el dinero) se hallaría completamente perdido, y que cree que solamente mediante él (mediante el dinero) es que puede recibir algún respeto, o el cariño de sus hijos.
El rico es únicamente aquel que no permite que se le imponga ninguna “condición” y que por ello mismo se halla “loco a su manera”.
… ¿Es posible sentir cariño por un mueble “viejo”?... por un mueble amigo.
… a partir de la comida puede algún hombre considerarse rico, y caer en la comodidad puede considerarlo como muerte o adormilamiento – existen tales caracteres; no, no están locos.
… a partir de una abundancia puede otro hombre caer en cuenta de todo lo que le falta o no dejar de inventarse nuevas necesidades imposibles de satisfacer o sólo satisfacerse arrebatando lo que es de otro. En un vacío tal mendigará por que se sienta por él envidia y el poder consistirá en él en la capacidad de hacer daño. Rodeado de abundancias sólo le faltará él mismo y para hallarse se verá en la necesidad de provocar a otros (de quienes se siente tan distante); si no se le envidia sólo conseguirá placer en hacer daño – también existen tales caracteres y juro por mi madre que tampoco están locos.
El tener sólo puede tener sentido en la medida en que pueda ser capaz de satisfacernos a nosotros mismos en nuestro ser. Tanto falta como exceso en nuestro ser es pobreza, que es falta de noción de lo que somos – cuando no somos nunca estaremos satisfechos – y caemos sencillamente en la pretensión de ser, la cual se mantiene mediante objetos (que algunos podremos conseguir y otros no) o comportamientos que pretenden justificar aquel lugar en el cual pretendemos que pertenecemos, quizás juntos con unos más en nuestra misma condición, y en eso se nos va lo que somos… o lo que podríamos ser.
Ahora bien: si vas a amar a otra persona y convivir con ella no pretendas que tu satisfacción en ti mismo satisfaga también a ella, es decir: no pretendas que la otra persona se adapte a ti o que pueda estar contenta por siempre con ver el mundo a tu manera ni satisfacerse con tus mismas cosas. Por otra parte: si vas a convivir con alguien y hay plan de hacer familia piensa bien que lo que satisface al ser de una persona no es lo mismo que lo que satisface al ser de una familia, si eso lo sabes y satisface a tu ser el ser de tu familia entonces no estás haciendo ningún sacrificio – Por supuesto: tampoco habría por qué hacerlo, porque – en este caso – no tendría ningún sentido. Pero, ¡por Dios, líbrate de todos los y las idiotas que consideran que sólo si se sufre se está haciendo lo correcto!; porque, si caes en esa creencia, tu familia y tu vida será igual a sufrimiento (porque nunca estarás haciendo “lo bastante”, es decir: serás un sinvergüenza si no has tocado el umbral del sufrimiento, así creerás) y tus amigos serán entonces tu consuelo: los juegos, el alcohol, las prostitutas o una amante (el modo de todos esos infelices). Entonces, si caes en eso debido a las estúpidas creencias, considerarán que eres un tipo normal, porque serás pobre (o simplemente un venezolano, reforzando así la condición humana de estas tierras: (sinvergüenza = feliz o contento – siempre se sospechará algo sucio en ti si sencillamente eres un tipo satisfecho)). Todo individuo que sale, que se sale, de la condición humana (mediante un acto de riqueza interna) se vuelve blanco de nuestras sospechas y nos sentimos obligados a ejercer (nosotros, los mediocres) nuestra moral sobre tal persona. Dicha moral es completamente válida… y no tiene otro objetivo que el de sostener el Mundo.
… los pobres no soportamos a los ricos.
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