Aquella mañana se levantó sobresaltado. Le había sucedido de nuevo. Un aleteo constante casi toda la noche. ¿Sueño? ¿Realidad?. Varias veces había oído, lo podía jurar, el ruido de unas alas que revoloteaban por su habitación. Encendió la luz dos o tres veces y... nada. Silencio total. Nadie en la habitación, salvo él, la cama y el armario.
–Iré al médico-se dijo.
-Alucinaciones auditivas- opinó tajantemente, el galeno consultado. –Relájese bien, que eso puede ser el principio de un cuadro esquizofrénico, y eso es grave.- Acuéstese un poco más tarde, dormirá mejor y más profundamente.
Aleteos persistentes. Agónicos. Insomnio total. Derrumbe inminente. Manoteos nocturnos, a ciegas, para intentar localizar al intruso. Nueva cita profesional.
-Se lo repito- Alucinaciones. Sentencia de nuevo el médico
No hay mejora. Cada vez es más intenso el ruido de las alas. Desesperación total.
-Esta noche, cuando oiga los aleteos, cargue su revólver y dispare, sin contemplaciones, hacia el lugar de donde proviene el ruido, insinuó esta vez el psiquiatra. Eso lo curará, cuando vea que no es real, todo lo que oye.
-¡EXTRA, EXTRA!- Gritaba el vendedor de periódicos matutinos. Enfermo mental mata a Angel Custodio.
Jamás volvió a oír los aletazos, ni aún estando en la sala 104 del Hospital psiquiátrico.
RAP
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