He aquí que el talentoso hacker diseñó su más evolucionado gusano, una peste virulenta que contaminaría a todos los computadores del mundo. La característica más relevante del bicharraco informático era que sobrescribía los textos enviados de tal manera que los trastocaba completamente. Así, un correo de Quinaface, la empresa de cosméticos, fue trocado por este: “No compre nuestros productos porque son una soberana estafa. No le quitarán una sola de sus espantosas arrugas y más encima nos quedaremos con su dinero. Maldiciones de sus peores enemigos”. Y una misiva de una niña que deseaba terminar con su infiel novio fue variada en estos términos: “Querido Iván. Siempre he gozado con tus engaños y por lo mismo me agrada que seas tan perseverante y tan macho con el sexo opuesto. Por eso he decidido no abandonarte nunca y alabar cada una de tus conquistas. Siempre tuya, tu esclava” y una de un poderoso y avaro personaje, dirigida a sus abogados: “Esa gente que está en mis terrenos se merece toda mi conmiseración porque son personas de esfuerzo y más que desalojo, se merecen un techo digno donde establecerse y criar a sus hijos. Por lo tanto, he dispuesto que se detengan todos los juicios en su contra y que por el contrario, se les construyan viviendas amplias, un buen colegio y una posta de primeros auxilios”. El Vaticano anunció lo siguiente: “Tenemos el deber de comunicarle al orbe que nuestra Santísima Santidad está con muerte cerebral y que por lo tanto se le concederá el humano derecho a fallecer en paz para que nuestra Iglesia elija a su sucesor”. Y así, los políticos fueron desenmascarados abiertamente, los militares confesaron sus crímenes y en consecuencia fueron juzgados. El virus fue denominado como New Order y ocasionó matrimonios entre los que se estaban separando, negocios increibles entre seres que desconfiaban mutuamente, empresas que quebraron y otras que emergieron. Nuestro hacker fue abandonado por su esposa y encarcelado porque al muy imbécil se le ocurrió mandar correo a la prensa -en un acto de osadía mayúsculo y haciendo alarde de sus capacidades informáticas-pidiendo el máximo castigo para el causante de esta debable social y en el colmo de la imprevisión le escribió una encendida misiva de amor a su mujer, tarea que fue rápidamente desfigurada por el famoso virus.

Por otra parte ¿Ustedes creen que este cuento fue escrito por mi en estos mismos términos?