El cristal de la vida
duerme en el tiempo
de una placenta,
rompiéndose en mil aguas,
para multiplicarse,
dentro de su espacio,
propio;
y de nuevo proyectarse,
para tocar,
de un modo diferente,
la vida,
abriéndose a la luz...
Madre, se te extraña hoy,
como cuerpo vivo,
no como espíritu,
de luz lleno.
La vida es Amor
que alumbra vida,
atesorada,
en la esperanza de un corazón,
que se transmuta,
en sustancia,
metafísica y humana,
y se alberga,
custodiada,
en el vientre de la madre.
Hay trozos de ti misma, madre,
que brillan,
con luz propia,
en tu hijo,
carne de tu carne.
Como regalo de cumpleaños dedico estas líneas
al muy querido amigo, Escritor y Poeta, con toda mi admiración. Para ti.
En La Habana, un XIX del XI Año MMVI.
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