Atemos nuestros ojos al cielo mujer, veamos que tanto podemos divertirnos. Olvidemos el quedarse o remover, colguemos la racha de los libertinos. Nuestro ángulo es claro y es blanco, y tu viento me es salvaje. Tus ojos azules y tu pelo dorado, la eterna distancia de un viaje. Dejo aquí éste mi rocío de verano, robar éste corazón no debe ser malvado. Tus manchas, mis manchas; y los encierros. Vayámonos del mundo y de éste costado, perdamos las tijeras que cortan nuestro estado. Mi reflejo en tu reflejo; y lo incierto.
Texto agregado el 19-11-2006, y leído por 260 visitantes. (7 votos)