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El ser que se contiene ama
Pero el ser que se contiene y ama, ama más
…
De la continencia surgen nuevas percepciones del otro ser. Llegados a este punto la cosa se vuelve “irresistible” pero si resistimos a esa irresistibilidad, amamos. Al amar de esta manera amamos de verdad, porque permitimos… estamos permitiendo.
Allá donde con todas mis fuerzas me anulo para dar cabida a la plenitud total del otro ser, amamos; pero esa autoanulación con todas mis fuerzas debe ser sensual. Si por alguna casualidad o, mediante una estrellita que por un incremento en la conciencia del ser que estamos amando se enciende y se da cuenta que lo estamos amando jugando al autoanulamiento y se da cuenta que en realidad somos juego entonces muy quizás sea capaz de reconocernos en un acto del más puro parecimiento.
Y sólo por esta remota posibilidad vale la pena dicho hermoso juego al que otros – tontos – llamarían autocastración.
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Texto agregado el 19-11-2006, y leído por 107
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