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Inicio / Cuenteros Locales / PepeTopo / Dos perfectos desconocidos.

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Era otro rutinario día en la capital, atrapado me encontré en un hábito colectivo. Encerrado, rodeado de miles de otros, los pies flaqueaban por el cansancio y el infernal calor humano no dejaba de hacerse sentir. Miles de otros sin importancia alguna, ellos y la pequeña mujer en la que decidí depositar mi alma junto al destino de mi vida. Viajaba en el tren subterráneo a toda velocidad, admirando sin pausa alguna las finas facciones de ella, ella. Ambos nos negábamos el habla. Éramos dos perfectos desconocidos, dos desconocidos compartiendo un mismo espacio y un mismo tiempo. Nunca había sentido la felicidad tan distante. Lo único que yo deseaba era la vuelta al hogar, la paz, ¿quién sabe dónde preferiría estar ella? Un suspiro dejó entrever todos mis miedos, entre mi mirada y la suya había sólo unos cuantos centímetros de océano interminable. Sin palabras.

Era evidentemente hermosa, si bien no muy notoria en grandes aglomeraciones. Sentía como si pudiera camuflarse entre la multitud en cualquier segundo, sin previo aviso, una razón más por la cual me negaba a quitarle los ojos de encima. Pocas miradas parecían saber apreciar su belleza, la mía por sobre todas aquellas. Con sus pechos pequeños y su marcada expresión, con sólo una imagen de su esencia había logrado cautivarme desde el momento en que nuestros ojos se toparon. Y todo este tiempo yo había estado ahí, parado como un inútil, todos me lo decían; (unos a la cara y otros por la espalda) era un cobarde sin remedio. Una boca pequeña con dejos de melancolía, sus labios parecían guardar bajo llave una sonrisa que no había visto la luz hace ya un buen tiempo. Quizás era tanto o más infeliz que yo, algo quedaba en el mundo para poder tener en común. ¿Estaríamos destinados a ser felices uno con el otro, o es que fue sólo una mala pasada de las fuerzas universales el juntarnos?

El Metro se detuvo repentinamente haciéndole perder el equilibrio por menos de un segundo, a lo que yo respondí conteniéndola entre mis brazos. En ese instante me inundó la esperanza de que ella se sintiera, quizás; si la Fortuna me sonreía; como alguna vez había vivido, segura y feliz, cautiva sólo de la libertad más plena. Con un agudo pero recatado chillido respondió tardíamente, acto seguido dejó entrever una leve; casi imperceptible; sonrisa y ayudándose con sus ojos humedecidos intentó excusarse.

- Disculpa, el freno me tomó distraída.- Dijo tímidamente Ojos Estrellados.
- No te preocupes.- Le contesté yo, con la mejor voz que logró salir de mi pecho comprimido, sintiendo cómo la sangre me subía hasta la cara revelando mis debilidades a todos los presentes, especialmente a ella.

Durante ese lapso le miré a los ojos fijamente, e intenté decirle todo lo que no había podido decirle en tanto tiempo, intenté primero con una mirada; en menos de de un par de segundos, sin palabras. Atascarse parecían estas últimas en medio del camino entre mi corazón y mi cabeza.

En ese eterno instante sus ojos fueron a posarse gentilmente sobre mi cara, y por un segundo pensé que recibiría el perdón divino. No era tal el caso, al momento en que articulaba mi razón para dirigirle una explicación sobre mi nerviosismo, apenas hube invocado todo aquel valor que me había faltado desde nuestro primer momento, en ese momento se abrieron las puertas del vehículo. Su figura fue engullida por la multitud, esa turba la arrancó, rauda e inclemente cual plaga de langostas, de mi vida. La desesperación casi se llevó mi espíritu cuando divisé su espalda desaparecer entre las columnas de la estación por última vez. Dejándome solo, solo bajo la tierra, vacío, con medio corazón en la mano; la otra mitad atascada en medio de la garganta. Al fin y al cabo éramos dos perfectos desconocidos.



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Para Ojos Estrellados.

Y para quienes saben ir más allá de lo anecdótico...

Texto agregado el 19-11-2006, y leído por 1998 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
12-03-2007 Había leído excelentes recomendaciones de tu prosa. Buen relato. Carlos_Mengod
06-01-2007 Éramos dos perfectos desconocidos... sólo que nos conocíamos demasiado bien... besos!! siniset_nihil
23-12-2006 Algo expresado con tanta fuerza, indudablemente debió ser realidad. Está escrito con el corazón y con palabras que suenan a verdad. Noguera
09-12-2006 E s bello y bien redactado. Me pareció estar en ese subte con ustedes.***** TEQUENDAMA
07-12-2006 Precioso!!! me ha dejado sin palabras... no se que decir. Un relato conmovedor. besos ***** livia_29
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