La Metáfora

Puedo ver:
la fila.
Poco se rompe,
dos o tres que mueren
unos instantes.

Descubro un error antiquísimo:
se protegen del desorden
y explotan las vitrinas.
Se mienten ahora que no hieren.
Eso de las apariencias.

Rehén del alcance
de la ley de coordinación:
una máscara de héroe
para la última coda.


Pronto el momento más temido
pero al revés. No me ven
tras el telón
de la piedra fría y vacía.

Sus nubes taparon el caos que
trataron de burlar siendo buenos padres.
El azar son truenos
y la respuesta es condensarse
y fracasar en el momento.


Uno pierde protagonismo,
no es más que pensamiento ,
disfraz de inyecciones,
prisionero, por primera vez,
no de la voluntad.

Ver la fila.
Los truenos no quiebran
la frontera de la vitrina.
Los truenos son movimiento.

El cuarzo se funde con la metáfora
y se ensaña con la musa.
Mas ya no importa:
simplificación del sentimiento,
cadáver es paz,
¿quién seguiría discutiendo?
Tan mal entendemos la metáfora.

Y después el ridículo banquete,
el relato, la copa áspera
estrangulada en mil puños
y su mercurio al tragar.