-Soñaba que la gente me rodeaba y yo le predicaba con voz potente sobre la virtud y la benevolencia. Mi voz se propagaba vigorosa por sobre las estampas contritas de esa muchedumbre.

Luego, le devolvía la visión a un pobre hombre y un tullido comenzaba a caminar con presteza luego de escuchar unas cuantas palabras mías.

La gente me seguía y era respetado. El bien era la bandera a seguir y yo era el paladín de las masas que sólo deseaban salvar su alma.

Mi larga cabellera ondulaba bajo los vientos de esa comarca elegida. Mi túnica flameaba ostentosa y era la insignia de la voluntad del hombre que construía un nuevo mundo para sí.

Muchos lo dejaron todo por seguirme. Se transformaron en apóstoles de mi palabra y luego, propagarían mis enseñanzas por los cuatro puntos cardinales. Mi martirio acrecentaría el poderío que había establecido en la mente del hombre. Ya nada sería igual.

-¡Esta sí que es pesadilla! ¡Yo, Lucifer soñando con esas cosas! ¡Menos mal que todo era sólo producto de una incendiaria ingesta de alimentos!..