Después de la derrota en el campo de batalla, Marcos se fundió en un abrazo con su único camarada vivo. A lo lejos el sonido de las huestes enemigas avanzaba desafiante, mientras su llanto se propagaba como un eco milenario. En la calle el último piquetero sin reprimir se aferra a su compañero de lucha muerto en un grito desgarrador que trasciende lo humano, a la vez que la gendarmería se alista en un cordón policial de choque.
Ana Cecilia.
Texto agregado el 01-03-2003, y leído por 568
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Lectores Opinan
03-03-2003
Ad hoc . en este momento todos tenemos psicosis de guerra. BESOS gatelgto
02-03-2003
ups..se me apreto la garganta...kien sabe si este cuento ya no lo escribieron los egipsios en sus piramides...asi de milenario...asi de recurrente...asi de evolucionados..nop????
dulcilith