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Inicio / Cuenteros Locales / jonh / El Infiernillo - Cap. IX - Buscando aliados

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“Un héroe solo es incapaz de lograr su meta, muchos héroes pueden cambiar la luz de la historia”

Desde ahora las historias se unirán para darle un desenlace a este grupo de historias, ha ya casi un año desde que llegué al purgatorio y comencé mi entrenamiento y ansió enfrentarme a Lucifer, la vida de chico de escuela ya la he olvidado, tan solo me queda esta venganza.

Esperaba ansioso para ir por los demás, juntarlos y finalmente tener nuestro encuentro final con Lucifer, estaba tendido sobre la cama luego de haber pasado horas de entrenamiento, mi cuerpo a cambiado mucho del que era hace un año; mientras descansaba alguien tocó la puerta.
- Pase – dije.
- Juan – dijo Ikki, al entrar – llegó la hora.
- Ya me estaba aburriendo.
- Voy por los demás.
- Apúrate, Lucifer me las va pagar.
Ikki me vio extrañado, luego se volteo sin dar importancia y se retiró, había preparado una nave demoníaca y saldríamos a buscar a los demás chicos que habían llegado al Infiernillo, me levanté sin la mayor preocupación y me encaminé por un pasillo que había sido ambientado con aire.
- ¡Juan! – dijo un voz tras de mi mientras cerraba la puerta de mi habitación.
- Gulliver – dije volteándome a verlo – ya me voy a buscar a los demás.
- Espero que los encuentres.
- Descuida, aun debo vengar Luz.
- No te obsesiones con esa idea. – dijo seriamente.
- ¿A que te refieres? – ese comentario me había resultado muy ofensivo, era mi venganza, no una obsesión ¿Por que no entendía eso?
- Sabes que hay una vida después de la muerte y aun así te preocupas, ella está tan viva como yo.
- ¡Tengo que hacerlo, Lucifer la mató y la apartó de mi lado! – dije exaltado.
- ¿Lucifer la mató, seguro? – dijo inquiriéndome con la vista.
- No te atrevas a pensar tan siquiera… – le dije cogiéndolo de la camisa – que yo lo hice.
- Lo hiciste, sin intención pero lo hiciste – dijo cogiendo mi mano sin el menor esfuerzo – vive con eso, y recuerda que solo eres un señuelo no un vengador – dijo empujándome a un lado y perdiéndose en una curva del pasillo.
Bajé molestó y me encontré con Ikki que me esperaba cerca de la salida, me alcanzó un respirador bastante pequeño y sin tanque alguno, me lo puse en la boca y salí, una vez dentro del vehículo lo retiré de mi boca.
El vehículo en cuestión era parecido a un autobús, aunque mas pequeño y de geometría similar a la de una camioneta en la parte delantera, constaba de dos ambientes uno era del piloto con asientos para el y para un pasajero, mientras el otro ambiente era para el descanso equipado con catres ya que el viaje duraría más de un día, Ikki arrancó y el vehículo se puso en marcha, yo me senté en el asiento libre enojado con Gulliver y algo triste por que no entendía mi dolor.
-Quita esa cara – me dijo Ikki mientras conducía con un pequeño timón a lado izquierdo – hay quienes hemos tenido más razones para estar así – recordé que Ikki había pasado alejado de su hijo durante toda su vida, ya que había sido destruido por Lucifer.
- Ikki – le dije – si tú estabas muerto, ¿cómo regresaste?
- Ves el castillo de Lucifer a lo lejos – dijo señalando un castillo alto y de color rojo con figuras macabras y una infraestructura extraña – allí se encuentra un pozo donde terminan todas las almas muertas.
- ¿Quieres decir que un alma puede volver a la vida?
- Si, pero Lucifer es el único que puede sacar a alguien de ese pozo.
- ¿Él te sacó de allí?
- Sí, aunque demoró mucho, lo hizo cuando un demonio se hizo pasar por él y necesitaba toda la ayuda posible.
- Mira, allá va Jonh.

Dos figuras se acercaban, eran Alberto y Milagros, aunque ya estaba enterado de todo me seguía pareciendo sorprendente la coincidencia del hecho de que ya nos habíamos conocido.
- Juan – dijo Alberto – no pensé que tuvieras que ver con el Infiernillo.
- Yo tampoco pensé en ti en su momento – le contesté alegrándome de su presencia.
- Supongo que fue acá donde viniste el año pasado cuando el colegio se lleno de enredaderas.
- En efecto
- Lamento lo de Luz.
- No te preocupes, algún día la volveré a ver.
- Todos la volveremos a ver – dijo sonriendo.
- Sí… - dije devolviéndole la sonrisa a mi amigo luego volteé a ver a Ikki – Ikki, ¿falta mucho?
- Al perecer si – respondió Ikki – están lejos.
Milagros atisbaba por la ventana apreciando el paisaje naranja, Alberto se mantenía cerca de ella viéndola, lo cual me causaba cierta gracia y envidia.
- Sí ustedes son Jonh Rey y Mónica Dark. – les dije a Alberto y Milagros – Quiere decir que son mis superiores.
- Creo que si – me respondió Milagros volteándose – pero esta misión es tuya, nosotros hemos sido enviados para ayudarte, al menos eso creo.
- Entonces, solo deseo que me dejen a Lucifer.
- Nosotros tenemos que encargarnos de algo más, además de Lucifer.
- Ya llegamos – dijo Ikki.
- ¿No dijiste que demoraríamos? – le preguntamos.
- Sí pero no dije cuanto – y sonrió para si mismo.

Había dos personas en frente, la puerta del vehículo se abrió y ambos entraron, eran un chico con el bazo derecho vendado y una chica.
- Hola– dijo el chico – me llamo Jorge y ella es Miranda – dijo señalando con la palma extendida a la chica que permanecía en silencio junto a la puerta – díganme ¿quien de ustedes es Juan?
- Yo – contesté presurosamente.
-Toma – dijo entregándome unos papeles – los necesitaremos.
- Genial – dije al revisar el contenido de los escritos, esto nos sería de mucha utilidad - el mapa del Infiernillo y del Templo principal... ¿Es cierto que te fugaste de la secta?
- Sí… - dijo con una mirada esquiva.
-Pensé que Lucifer controlaba sus mentes.
- A la mayoría sí, pero hay algunos a los que Lucifer les tiene confianza.
- Entre ellos, tú.
- Si, fui criado por Lucifer desde muy niño y él pensó que nunca dejaría la secta. + dijo sonriendo con ironía
- Obviamente se equivoco.
- Y no solo eso me dejo ir con mucha información sobre el Infiernillo.
- ¿Y esa venda en tu brazo?
- Bueno… – dijo Jorge levantando el brazo derecho que estaba vendado hasta el codo – he estado haciendo un entrenamiento muy arduo y aquí tengo el resultado de este. – sus ojos se posaron sobre su brazo admirándolo en cierta medida.

Nos acomodamos en la parte trasera del vehículo y estuvimos conversando principalmente sobre nuestras experiencias en el Infiernillo. Había pasado cerca de una hora cuando el vehículo frenó bruscamente, nos levantamos y fuimos a la habitación del piloto, frente al vehículo había un grupo de demonios impidiéndonos el paso.
- Déjenos pasar – dijo Ikki – o no me haré responsable por su bienestar. – dijo Ikki desde dentro de la nave
- ¿Quién eres para darnos ordenes? – dijo un demonio que parecía ser el líder.
- Alguna vez fui su general, saben, ahora apártense. – dijo al fastidiado
- Será un placer destruirte Ikki Rey y luego nosotros seremos generales – dijo el demonio al mismo tiempo que el y sus veintena de seguidores atacaban la nave, Ikki suspiró y se levantó presuroso.
- Ilusos… Jonh, Juan, Jorge vamos allá afuera. – dijo tranquilamente
Abrimos la puerta y bajamos tranquilamente, los demonios no representaban problema alguno, eran realmente débiles, la facilidad con la que los derrotamos lo demostraba. Unos cuantos parecían haber estado ocultos, ya que brotaban de la nada, uno de estos se lanzó contra Ikki por la espalda con la punta de la espada directo al corazón, Ikki sonrió a la vez que suspiraba y bajaba su espada. En el instante en que la espada iba a atravesar a Ikki el demonio y el arma quedaron destrozados por otro demonio.
- Gracias – le dijo Ikki – aunque ya me preguntaba por que no salías
- No agradezca, aun eres un general para mí – dijo el demonio.
- No digas cosas vergonzosas, te lo debo Landon, además tu te convertirás en ángel y no hay forma de que yo sea general arcángel.
- ¿Por qué usted decidió seguir siendo un demonio si se opone a Lucifer?
- Landon, yo soy un errante estoy aquí por que soy el único demonio que se opone a Lucifer sin servir a Dios; si Jonh no me hubiera convencido, no estaría aquí.
- Es algo difícil de entender.
- Cuando tengas experiencia entenderás el porque de mi decisión – dijo melancólicamente – no perdono fácilmente.
- ¡Por Dios! – Exclamó sorprendido – perdió a Mía y su luz, usted no perdona a Dios.
- No es que no perdono a Dios, es que no me perdono el no haber sido más valiente y fuerte para proteger a Mía – sonrió tristemente dándose la vuelta – yo ya perdone a Dios.
- Basta de cosas tristes – interrumpí – subamos a la nave y vámonos en busca de los demás.
- Tienes razón – dijo Ikki – vamos en busca de Adam y los demás chicos, Landon ¿dónde esta Natalia?
- La llevé hasta el Purgatorio – dijo Landon.
- Muy bien vámonos – exclamó Ikki y todos subimos a la nave donde Milagros había sacado su báculo y estaba recostada en la pared con una expresión de cansancio.
- Otros demonios atacaron la nave – dijo la joven cansada y sonriente – pero ya me encargué de ellos.
Y se quedó dormida profundamente con una sonrisa dibujada en su rostro, Alberto la levantó entre su brazos y la llevó hasta una litera sin decía nada.
- Me adelantaré y veré como están Adam y los demás – dijo Landon – los esperaré.
- Ve Landon – dijo Ikki mientras aceleraba el vehículo – Adam debe tener muchos problemas.
- Adiós. – dijo mientras abría la puerta y daba un salto hacia fuera, la puerta se cerró sola y viendo por la ventana pude admirar como Landon desaparecía.

- ¿Él se tele-transportó? – pregunté tontamente.
- No – contesto Ikki – se desmaterializo y se fue a una velocidad más alta a la de la luz.
- ¿Lucifer se mueve a esa velocidad?
- Sí, pero si te atacase así él explotaría contigo – mintió – ahora ve a dormir.
- Pero a la velocidad de la luz el tiempo no avanzaría más rápido.
- Él no viaja a la velocidad de la luz, Él viaja a la velocidad de la energía libre, ahora duerme.

Me acomodé en un catre como los demás sin embargo me era imposible conciliar el sueño, miraba el techo oscura menos de veinte centímetros de mi nariz cuando escuché que alguien caí al suelo. Me asomé a ver de quien se trataba, era Alberto que había brincado hasta el suelo desde su camarote y se había sentado apoyado en la pared, yo bajé y me senté su lado algo alegrado de no ser el único in sueño.
- Alberto – dije - ¿por qué no duermes?
- Estoy pensando.
- ¿En que?
- En lo debemos hacer Milagros y yo después de salir del Infiernillo.
- Supongo que vivir tranquilamente en sus casas.
- Juan, después del Infiernillo yo y Milagros nos iremos a un lugar muy lejano, no se por cuanto tiempo, nos enfrentaremos a situaciones como estas constantemente, para mi y para ella esto recién a comenzado.
- Te deseo suerte en tu misión.
- Y yo en la tuya, aunque no creo que puedas matar a Lucifer, yo no he podido como Jonh.
- Por lo menos quiero intentarlo. – dije seriamente.
- Inténtalo entonces, pero no creo que ninguno de los dos vuelva a la Tierra… - dijo con una mirada triste – después de esto, ahora creo que ya puedo dormir, buenas noches Juan.
- Buenas noches, Alberto.
Él subió hasta su catre y yo me quedé un par de horas más perdido en mis pensamientos cuando el sueño me vino bruscamente y me quedé dormido sobre el suelo.

- No me aparece un buen lugar para dormir – fue lo primero que escuché mientras me despertaba – ven, levántate.
Cuando estuve completamente consciente pude reconocer a Adam extendiéndome la mano, tomé su mano y me puse en pie, algo molesto por el hecho de que nadie me había despertado, pero feliz de la presencia de Adam, por ende la nave se debía dirigir de regreso al Purgatorio en este momento.
- Gracias – le dije a Adam - ¿Por qué nadie me habrá despertado?
- ¿Lo preguntas? – dijo Adam mirando los camarotes aun ocupados, Gustavo y Paola, quienes le habían acompañado subían a los camarotes para descansar.
- Ya veo – le dije - ¿Y Landon?
- Está conversando con Ikki – dijo señalando por encima de su hombro.
- ¿Adam? – dijo Alberto desde su catre y bajando de un salto.
- Hola Alberto – le dijo Adam extendiéndole la mano – a pasado tiempo desde que los tres hemos estado juntos.
- Principalmente debido a que Juan se fue sin despedirse.
- No estaba bien emocionalmente –les dije sonriendo – tenía que alejarme de todos y aproveche la transferencia de mis padres.
- Es extraño hablar de padres ahora – dijo Alberto – me pregunto que pensarán de nosotros.
- O están muy preocupados por nosotros – les dije – o piensan que somos un bola de vagos que nos hemos dado a la calle.
- tal vez sea cierto – dijo Adam riendo, Alberto y yo lo acompañamos en la risa
Mientras reíamos el auto paró de brusco, tanto que se sintió en toda la nave. Milagros y Jorge salieron de sus camerinos.
- Alberto – le dijo Milagros - ¿Qué sucede? – Alberto tenía la mirada fija a través del parabrisas en el demonio que estaba plantado en frente – J… ¿Jonh?
- Jonh Rey hecho humano – dijo el demonio en tono burlón – es lo más patético que he visto.
- Tú, – dijo Alberto – tú debes ser...
- Roger Dark – terminó Jorge – estamos en graves problemas.
- Aprendiz traidor – le dijo Roger – no permitiré que llegues al Purgatorio.
Roger Dark, portaba una armadura negra y era de tez bronceada, sujetaba un sable de hoja ancha, sabíamos que él era alguien con quien debíamos tener sumo cuidado, no por nada ocupaba el puesto de Ikki
- Landon – dijo Ikki algo angustiado – ven conmigo, los demás quédense esto podría ser peligroso.
- Yo también iré – dijo Alberto.
- Y yo – dijo Milagros
- Sabemos que Roger es nuestra responsabilidad – continuó – además creo que lograremos vencerlo.
Roger embistió la nave y todo el interior se sacudió, los que estaban en los catres se cobijaban, mientras rostros apenas nos manteníamos de pie.
- Milagros – dijo Landon Abriendo la puerta – esto puede ser peligroso.
- No me importa – contestó ella.
- Milagros esto es muy arriesgado para ti y para Alberto, a propósito, ¿dónde esta Alberto?
Alberto había aprovechado la conversación entre Landon y milagros para salir presuroso por la puerta, Todos veíamos atónitos por el parabrisas como Alberto se había guindado a la espalde Roger y le había clavado el sable cerca del corazón.
- Jonh – dijo Roger zarandeándose – nos veremos la próxima vez – Alberto contra el suelo, pero este cayó parado, junto con el sable de luz que le había abierto todo el hombro izquierdo, mal herido Roger Dark desapareció.
Salimos presurosos para ver a Alberto, Landon se le acercó primero algo molesto.
- No seas imprudente – le dijo Landon – pudiste haber muerto.
- ¿Morir, yo? – dijo Alberto y miro a Landon de una forma tan intimidante que este dio un paso hacia atrás – Nunca me dejaría matar por él.

Alberto entró en la nave y en el camino sus ojos se volvieron los mismos que yo conocía, nadie dijo nada, más todos nos habíamos quedado afuera atónitos.
- ¿No piensan entrar? – Dijo Alberto – ¿no esperaran que yo haga todo el trabajo?

Todos subimos a la nave, pero no había duda que la sola presencia de Roger Dark había hecho que Jonh Rey despertara momentáneamente.
Seguimos nuestro rumbo hasta el Infiernillo, Al fin, el momento que anhelaba, solo faltaba prepararnos.



Continúa… Capítulo 10

Texto agregado el 18-11-2006, y leído por 158 visitantes. (2 votos)


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