La mañana de ayer encontré una hoja de árbol la cual había quedado llena del roció matutino. La levanté y admiré su simple belleza. Pero de sus características la que mas me llamó la atención fue su suavidad. Recordábame la textura de la piel de la persona que amo. Tomé, entonces la hoja y la atesoré como recuerdo. Estuve durante el día de ayer, con la hoja siempre en mi bolsillo y cuando quería recordar a la persona acudía a la textura de la hoja y esta me hacia feliz.

Pasó que en la noche dejé la hoja en mi escritorio. Esta estuvo durante la mañana entera en este, ya que debido a la oración no le tomé mayor atención. Cuando en la tarde recordé la hoja me encontré con que esta se había secado y había perdido su textura habitual. Ahora se encontraba áspera y reseca.

Las personas son iguales a esta hoja. Si les pones atención y las mantienes cerca tuyo mantendrán una suavidad y disponibilidad para contigo y cuando acudas a ellas te traerán buenos momentos. Pero si las olvidas por encerrarte en ti y las dejas solas cuando las busques habrán perdido esa "textura" característica y posiblemente contigo ya no sean lo mismo, aunque ellas no lo quieran.

Piensen en ello... y se darán cuenta que no se puede vivir inmerso en uno mismo, por el contrario uno debe elegir que hojas recoger y cuales solamente mirar y las que se recojan deben cuidarse con esmero para así mantenerlas suaves y como se encontraron.