Claro que sí que te quiero, vida mía
Dijo su voz antes que él mismo pudiera pensarla.
Y las banderas se agitaron nerviosas,
Y el mundo entero se batió en retirada.

Y él pensó, no sin cierta ironía,
Que ciertas preguntas aparecen sin querer,
como los restos de un pastel de cumpleaños,
Siempre dispuestas a enseñar las uñas.

Y cuando quiso darse cuenta
Había viajado mil metros,
No le gustaron sus manos,
Vaya usted a saber por qué.

Los ceniceros cambian
Y los nombres se dispersan, pensó él.
Calamidad de extrarradio,
Calamares rebozados para merendar.

Y así se fue a dar un paseo,
Para ver si podía borrarse,
Los guardias urbanos perseguían viento,
Extraña actividad lunar.

Se la volvió a encontrar entre invierno y sulfatos.
Daba saltitos por un vértice torcido.
Ahora dedica su tiempo
a soltar conejos por las autopistas.
Calamidad de extrarradio,
Caliéntate los calamares, ya están fríos.

Se reunieron en un club de mala muerte,
Donde las flores abundaban
Y se oía el mar en los lavabos.
Vaya usted a saber por qué.

La mayor parte de las veces,
Cualquier conspiración parece más real que tus sonrisas.