Sentado delante del café, mirando de reojo a la mesa de al lado,
Movía la cucharilla al revés de todo el mundo, a veces cambiaba el sentido pero me sabía diferente, manías como las que tenemos todos,
Justo en la mesa de al lado, se sentaba un hombre trajeado que hablaba articulando con frenesí el brazo izquierdo. Parecía que nadie le hacía caso, un loco, pensé.
Pero comencé a prestar atención a sus palabras, comprobé que no eran del todo incoherentes y sus preguntas sin sentido, eran contestadas por el mismo con una claridad que le hacían ser el hombre más sabio que había conocido.
Sin darme cuenta me había girado completamente y le miraba embobado, el hombre se giró y me miró fijamente a los ojos.
Me comencé a poner nervioso y a mover rápidamente la cucharilla de café.
-Perdona, ¿me estabas escuchando?, me preguntó
-Si, perdona, le contesté.
-¿te gustó lo que estaba contando?, ¿Qué te pareció?
-Bueno, en un principio creí que eras un loco o un borracho, pero creo que todo lo que decías tenía un gran sentido,
El Hombre rió a carcajadas, y se presentó, resultó ser un actor de teatro al cual no conocía, me invitó a su obra al día siguiente y se despidió.
Al marcharse el hombre, sonreí, mientras volvía mover la cucharilla dentro del ya gélido café.
Como me gustaba mi ciudad.
(por cierto creo que actuaba mejor en el bar)
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