La siguiente historia es distinta a las demás y a la vez igual, porque son otros personajes; este personaje que creé no es el protagonista, sino que somos una compañera de colegio y yo. Es igual porque en el fondo toca el mismo tema que las otras historias. Bueno, a lo que íbamos, es una situación que como les dije me aconteció a mí, y dice más o menos así:
Era un viernes a las ocho de la mañana, justo cuando me tocaba mi ramo favorito, inglés. Me acuerdo que iba en tercero medio y estaba sentado adelante, justo frente al profesor, estaba al lado derecho de la mesa y tenía la mochila en el lado izquierdo, ni siquiera habíamos empezado cuando tocaron la puerta de la sala, era una niña más o menos de mi porte, cabello largo rojo y bastante guapa, la vi entrar en la sala y rápidamente saqué mi mochila de su lugar para dárselo, ella se paró al lado mío, luego vino el “good morning” del profesor y la respuesta de todo el curso con otro “good morning”, nos sentamos y empezó un pequeño diálogo entre ella y el profesor:
-¿Cómo te llamas?- Le preguntó
-Patricia- Respondió ella, mientras que yo luego repetí su nombre en mi mente como archivándolo en mi disco duro.
Entonces empezó la clase y las habituales actividades y mientras trabajábamos todos los que estábamos en la sala y el profesor revisaba el libro de clases -que ustedes comprenderán que se trataba de unos libracos gigantes- ella y yo dialogábamos, me hacía preguntas y yo le iba respondiendo, yo lo describiría como un juego del trabajador y la máquina; pero bueno, no solamente se trataba de eso, sino también de conocernos mejor y de hablar de nosotros mismos, por ejemplo ella me contaba cosas y yo le escuchaba, aunque yo no hablaba mucho, solo respondía a las preguntas que me hacía (tengo bien en mente que en esa época mi ideología era otra, muy distinta a la actual, aunque tan rara que ni yo sabría describirla).
La verdad es que ese día actualmente está bastante lejano a los tiempos de ahora que ya salí del colegio, pero lo que queda vivo es que la conocí a ella; digo esto porque no me acuerdo muy bien todo lo que hablamos, además está el recuerdo del segundo día en que la vi, el lunes también a primera hora en una clase de filosofía. Había pasado lo mismo que el día viernes, me refiero a que no habíamos empezado cuando ella entró diciéndome hola, y yo le respondí con otro hola, empezó otro pequeño diálogo y luego la pregunta:
-¿Qué hiciste el fin de semana?
-Nada- le respondí –Sólo me quedé en casa.
Y me contó que había ido al Cajón del Maipo, que había estado con unas amigas y otras cosas y que la había pasado bien, mientras que yo la miraba con cara de “qué bueno” y pensaba para mis adentros que a mí me cargaba el Cajón del Maipo. Y así estuvimos, como aprovechando los intermedios.
Con el tiempo nos iríamos conociendo mejor. Ella sabría que el inglés era lo mío (y lo sigue siendo), y yo pronto sabría qué era lo de ella, aunque hace tanto tiempo que no la veo que ya no recuerdo qué era lo que la movía.
Con el tiempo vendrían las complicaciones, por ejemplo que yo me estaba empezando a entusiasmar con ella y también a interesarme, eso se veía grave, desde el momento en que me pidió que la acompañara a ver a alguien que según a mí me parecía era su pololo, ese fue un momento complicado para mi alma, sentí que me estaba rompiendo por dentro, pero no quería aceptar que estaba celoso y menos que ella me estaba interesando. Cuando escribo esto me pongo tan serio que no puedo ni hablar, sólo escribir, ya ni eso, las ideas se me están trabando de sólo pensar en lo complicado que fue ese momento para mí. Me acuerdo que aquel día me sentí tan mal que me tuve que ir, pero disimulando la situación por supuesto, más encima tuve que llegar a mi casa mintiendo que había ido a ver a un amigo que no había ido a clases, y lo peor es que me creyeron. Ahora me arrepiento de eso rotundamente, debí haber dicho que acompañé a un amigo a hacer algo porque él me lo pidió y que se me había hecho tarde, pero por ningún motivo les iba a decir que la acompañé a ella a ver a su mino.
Otra gran complicación fue cuando conoció a otro compañero de curso que al parecer se estaba entusiasmando con ella. Lo descubrí un día que todos volvíamos del museo precolombino, la vuelta fue horrorosa, yo sentado a todo el sol y más encima teniendo que soportar malos olores que venían de otros lados y ella ahí, sentada al lado de mi compañero. Me tuve que mamar todo eso, tenía que soportarlo y más encima callarlo porque mi extraña ideología no me permitía otra cosa. Todo pasó a ser peor para mí cuando escuché una palabra que él le dijo a ella y que nunca voy a olvidar: “piénsalo” eso fue lo que me dejó de una forma que no sería capaz de describir, pero lo único que me quedaba claro era que soplaban vientos fatales para mí.
En este momento estoy escuchando una buena canción, eso por lo menos me alegra el alma después de tanta tragedia que he estado escribiendo y créanme, me acuerdo de todo esto y me pongo serio y tengo una cara que prefiero no mostrar para que no me pregunten qué me pasa, porque eso es precisamente lo que no quiero contestar, menos mal que estoy aquí solo canturreando una canción en italiano y de paso levantándome el ánimo.
Luego fueron pasando las complicaciones y llegaron otros tiempos, como por ejemplo que ya ambos teníamos amigos. Casi todo estaba cambiando en nosotros, hasta que llegó el fin de año y todo se transformaría más todavía, porque –y he aquí una nueva complicación y la más grave, que terminó por separarnos hasta ahora para siempre- al sacar los promedios finales, ella estaba mal en biología y matemática, yo solamente en biología, lo cual no era tan grave, pero ella estaba en riesgo y pasó lo que tenía que pasar, el último día de clases ella fue a mi banco y me contó la tragedia.
-Estoy Repitiendo –Me dijo y luego se le escapó el llanto, yo quedé entre choqueado y triste, me acuerdo que ese día me sentí tan horriblemente que tuve que escribir un pensamiento de los míos en inglés alusivo a la situación; me acuerdo que hice otras cosas como por ejemplo recibir una respuesta de ella “inspirada en mí” y contarle a mi hermana que es psicóloga toda esta situación, en resumen, todo esto me dio pena y frustración, quede con el corazón hecho pebre.
Como dije anteriormente ella se quiso inspirar en mí, y me escribió esta carta que me pareció hecha con mucha dedicación, la tengo guardada como documento histórico de mi vida y dice así:
“Ezequiel:
Eres extremadamente simpático, eres muy tierno y tu personalidad te hace una persona interesante y muy agradable a la vez.
Muy hermosa tu carta, se nota que la hiciste de corazón.
Eres muy bueno como amigo y eso recalco en ti, tienes una personalidad especial, eres un niño inocente que la vida tiene mucho que entregar y tus logros son esencialmente por tu esfuerzo.
Sigue adelante porque llegarás muy lejos, comprendo mucho tus sentimientos, oye, la vida es larga, disfrútala, haz todo lo que tu corazón te dicte.
Sigue con el inglés porque hasta ahora vas bien.
Júntate con quien te sientas cómodo, haz lo que quieras y que sientas que estás haciendo lo correcto.
Tu amiga de ahora y siempre
Patty.
PD: te doy mi número de celular para cuando necesites a alguien que te escuche: 08 508 00 04”
Esta carta no tiene fecha, pero no importa, porque yo la recuerdo con exactitud. Fue un día miércoles 17 de diciembre del 2003, justo cuando escribí el pensamiento en inglés y se lo traduje, diciéndole que sentía mucho que haya tenido que ser ése y no otro nuestro destino, que entendía como se sentía. Me acuerdo que los días que seguían a ése me sentí horrible, se iba la primera persona que conocí a fondo ese año y en ese colegio, luego vendrían otras épocas en las que pasarían otras cosas.
Ya al año siguiente me llamó por teléfono para saludarme, no hablamos mucho rato porque de pronto la llamada se cortó…
Ya sé, es una triste historia, claro que lo es, eso es para que vean ustedes señores lectores, que a veces estas experiencias pueden ser dolorosas, como aquí en este cuento donde narro bochornosas situaciones por las que pasé.
Finalmente en la noche de año nuevo del 2004 supe que ella me gustaba, me lo quise confesar a mí mismo 20 minutos antes de las doce de la noche.
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