Al llegar a la playa recordé con gran desasosiego que no podía estacionarme a la orilla del mar sobre el camino, pues acaban de prohibir pararse en el lugar donde por muchos años me sorprendió el atardecer inmersa en el asiento de mi auto tomando café y leyendo un buen libro, mi lugar preferido estaba vetado para todo aquel que deseara admirar la belleza de tan inmenso océano en la comodidad que este proporciona.
Al cielo lo cubrían pocas nubes que rodeaban al sol, se encontraba casi besando al mar en su parte infinita, a unos metros de ocultarse, se veía esplendoroso.
¡Súbitamente! una raya muy luminosa en el cielo, de un color plateado haciendo contraste con el azul del cielo, era una pequeña nube iluminada por el sol,
por un momento distrajo mi atención aquella obra de arte, aquella belleza natural, las nubes y todo lo que rodeaban al sol, ahora se tornaban en un color rojizo,
así se mantuvo hasta que poco a poco lo vi sumergirse en las heladas aguas del océano, antes de que desapareciera, aun antes que pareciera un diamante enclavado en un estuche de plata, una fresca y densa brisa, empezó a invadir el lugar.

Si…. Realmente fue un hermoso atardecer!!.