“A LOS OJOS DE EL” Alibel Lambert
Con las manos manchadas de sangre, muy fresca aún, contempló el cadáver y un gesto de satisfacción se dibujó en su rostro. Al fin, lo había hecho. La espera fue larga y angustiante; pero, valió la pena. Ella pudo entender su desprecio; su necesidad de matarla y hasta lo había aceptado. Pues su rostro, a los ojos de él, se mostraba plácido y sereno.
Desde hacía tres años, las cosas iban de mal en peor. La frialdad con la que ella lo trataba le dolía. Cada vez que intentaba hablarle para arreglar esa situación, ponerse de acuerdo y ser felices de una buena vez, ella parecía ignorarlo. ¿Cómo podía él vivir de esta manera, día tras día? El la amaba, ¿es que acaso ya no le importaba?
Eludía siempre sus palabras. Hasta, podía decirse, que esquivaba su presencia. Antes era tan cálida y sonriente, que él se enamoró profundamente. Su gesto de alegría cuando él llegaba. Tanta calidez al recibirlo, su voz dulce, sus manos, ¡con cuanta dedicación preparaban la ropa para él, la acariciaban! Y ahora, ¿cómo podían mostrarse tan frías?, él la amaba. Desde que la conoció, desde la primera vez que la encontró en aquel negocio, por casualidad, mientras paseaba. La había visto y le gustó de una manera especial. Ella, le había devuelto su sonrisa. Así comenzó esa relación tan profunda, viéndose, día tras día. Hasta que se enamoraron, o él se enamoró. ¿Por qué tuvo que cambiar? ¿Por qué olvidó su calidez y su dulce sonrisa, con la que siempre lo esperaba? Y, ya sus manos no acariciaban más su ropa. Se negaba a atenderlo. ¿Por qué? ¿Por qué no lo entendía?
Todo empezó, cuando él le declaró su amor abiertamente. Entonces ella, a los ojos de él, dejó de amarlo. Y desde ese día, mandó a otra empleada para que lo atienda.
FIN
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