los tentáculos de la medusa eran de seda. con voz de piano, guardada en un bote de aerosol. en forma de humo de incienso, emanó de los suspiros del último beso.
los dos cuerpos de agua corrieron por la oscuridad de la cocaína. dilatando sus latidos en la cuerda inestable.
descalzos, pisando los espejos de su adicción.
gritando e inhalando los deshechos del escusado. lamiendo en sueños los líquidos del baño público.
oscureciendo la fotografía a blanco y negro, con los pétalos muertos en la bolsa, las persianas de rimel y pintura de pantera. sin parpadear, marcharon hacia su tumba. electrificados en el canal de la eternidad.
punzantes, las pisadas evaporadas comenzaron a sentir.. vertiendo el mazapán de inmortalidad en las plumas de su sombrero.
mago y cómplice en las tristezas de la calle inexistente.
sangrantes, durmiendo en las púas de su persecución. queriendo decir adiós al manantial que la abrazaba.
te veré del otro lado..., en la fuente rosa fluorescente, bajo la cascada de hojas iluminadas. búscame bañándome en el lodo. trata de no odiarme y sepulta mi esencia en la tierra.
las mañanas despertaron después de un largo proceso de fármacos. azotando sus escamas en la primer imagen a su lado, ocultó el aliento sorpresa, y dejó caer una lágrima al cementerio inválido.
mojando la sobredosis envuelta en periódico, hundió su corazón en las migajas del suelo perdido.
temblando de rodillas, no dejaron de brillar sus pestañas.
caminó sobre las notas de luto; sembró sus uñas y labios en el cemento de la cobija. arrastrando la mirada enamorada, perdió su identidad.
silencioso, cargando una compañera.
contando estrellas en el piso, renunciando a la comida, desplomó su peso en los escalones del callejón.
abrazando el cuerpo embalsamado, condujo hasta a su muerte.
cortando los cables de realidad, apagó los focos de su galaxia.
cayendo muy profundo, con la pipa de cristal sulfurándose.
la piel rostizada perfumó con seda el suicidio renaciente.., tornando su rostro invisible. no volveremos a llorar. siempre te seguiré...
sosteniendo la mano de azufre, amalgamó sus alas en el vientre de su enfermedad.
sonrió justo antes de quemarse la sonrisa.
besó la luz en los labios de su eternidad, acarició el aura de su felicidad...
suspiró con un estornudo cardiaco.
despidió su lamento de no poder seguirla.
falleció.
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