Es lunes otra vez y seguimos sin saber qué instrumento tocamos en la orquesta, es mas, me atrevería a asegurar que muchos seguimos sin saber siquiera si hay alguna orquesta.
Alguien dijo por ahí que la felicidad está en las pequeñas cosas de la vida y quizás la vida no tenga cosas pequeñas, porque otra vez es lunes y a pesar de todo es importante cada sendero, cada deseo, cada perpleja sonrisa, aunque el tiempo luego se lleve todo en su pesada tarea del olvido.
Es lunes otra vez en alcantarillas y plazas, en gallineros y pasillos, en Comechingones y Av. Patria.
Es lunes otra vez en 94.7 megaciclos y en miles de recuerdos y en miles de amores con sus correspondientes despedidas, y en casi todos los trenes y en mas de algún bar, en todos lados menos en los ojos de alguien que se quedó en un domingo de febrero del 57’, cuando se olvidó de seguir.
Es lunes otra vez y vamos a vivir, a pesar de los trámites y los policías, los chismosos y los decretos, los impuestos y las cotizaciones de bolsa, vamos a vivir, a pesar incluso a veces de nosotros mismos. Es lunes otra vez, aquí al menos, mas allá no se, no estoy seguro, quizás aún sea domingo, o quizás mas allá no exista nada, nada mas que un espejismo...
Lunes en los tejados y en los proyectos de cada uno, y en las pérgolas de la peatonal y en las suelas de casi todos los zapatos, una vez mas, como desafiando las carcajadas de la historia, o el incierto tiempo que tenemos en nuestra extraña cuenta de banco. Y de pronto se me ocurrió que lo único que en realidad puede salvarnos es haber querido en las tardes de sol, haber hecho lo que teníamos ganas, sin importar el vértigo del tiempo que pasa, sobre todo en los relojes a pila.
Lunes sobre rutas y azoteas y ciudades y quioscos, sobre los polvos de los parques y sobre las baldosas de mas de una pieza de pensión.
Lunes tardío, abogado de causas totalmente perdidas, en especial para la posteridad.
Lunes detrás de los puentes y en los buzones de La Cañada, donde deambulan mas recuerdos que presentes, mas tardes que respuestas, mas madrugadas que atardeceres, y pegamos una foto mas en la pared, y 1400 estúpidos, incluidos nosotros, irán en un rato a llenar sus agendas de cosas “verdaderamente-importantes” y alguien se robará una paloma.
Lunes otra vez y el mismo viejo que duerme en el primer banco de Plaza San Martín fue visto debajo del Puente Avellaneda haciendo una fogata con aerosoles usados, y alguien creyó que era divertido hacer un programa de radio y un hombre piensa en tener un hijo, mientras que otro intrascendente
burócrata emitirá otro decreto prohibiendo los graffittis de mas de cuatro palabras y un adjetivo ordinario.
Lunes otra vez y ni fú ni fa, o la vida entera, usted elige, y si no le gusta “no lo compre nunca más”. Es lunes otra vez sobre la ciudad
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