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OMETECUHTLI Y OMECIHUATL
(SENOR Y SEÑORA DE LA DUALIDAD)

Anteriormente cuando apenas se estaba por formar Nonantzintlahlli (nuestra madrecita tierra), sólo existía el mundo de la oscuridad, donde no existía luz alguna, ni la citlalli (estrella), ni mucho menos xöchitl (la flor)… Todo era penumbras y silencio también era habitado por gigantescos animales que daban miedo, por que siempre andaban al acecho.
Siempre fue lo mismo, hasta que el señor de la dualidad poseedor de todo lo creado, inicio una aventura mágica, en los confines de la inmensa oscuridad acecho a ome cipactli (dos lagartos) y con mucha astucia los capturo; uno sería para su dualidad (esposa) y otro para él. Los utilizarían para recorrer el mundo de las tinieblas abordo de ellos.

En una noche cualquiera emprendieron el camino; solo el centellante mirar del cipactli (lagarto) advertía su llegada. Anduvieron de un lado a otro montados de los cipactlis (lagartos), mezclándose con todo tipo de criaturas. Un día Omecihuatl (la señora de la dualidad) movida por la curiosidad, se arriesgo a tocarlas queriendo acariciarlas, pero para su sorpresa al ser tocadas en la cabeza por su mano, estas cinturas, quedaban hechizados y resplandecían en la nada. Ometecuhtli (señor de la dualidad) entusiasmado empezó a hacer lo mismo, en aquella oscuridad esos animales mágicos parecían recobrar una luz maravillosa, como si la hubieran guardado toda una vida para ese momento. A través de Ometecuhtli y Omecihuatl (los creadores del todo) esas criaturas inundaron de luces el universo entero, convirtiéndose así en los astros que podemos admirar por las noches, cada citlalli (estrella) que observamos relampaguear en el firmamento es una hermosa obra de la fuerza dual.

Cuando culminaron su obra, la pareja de la dualidad regresaron de su viaje todavía en su cipactli sagrado (lagarto), fue cuando entonces parieron a cuatro hijos: Quetzalcohuatl (gemelo precioso), Tezcatlipoca (su humear de espejo), Camaxtle (la esencia de la cacería) y Huitzilopochtli (la voluntad logradora), a cada uno se les otorgaron distintas cualidades para que crearan y protegieran la tierra.
Tezcatlipoca y Quetzalcohuatl escogieron un nahualito (animal mágico), que tenía el cuerpo regado de ojos y bocas haciéndolo bajar del cielo, para convertirlo en Tonantzintlahlli (la madre tierra), pero debajo de la gran cúpula celeste sólo había agua y el nahual iba de un lado a otro sin ningún orden. Entonces Tecatlipoca y Quetzalcohuatl, planearon convertirse en dos hermosas cohuatl (serpientes) para dominar a la hermosa criatura; y poder darle forma, como hoy día la conocemos. Sin embargo, fue tanto el jaloneo con la criatura que se rompió… y, así con una parte formaron el cielo y con la otra la tierra firme.

Al ver esa creación tan maravillosa Camaxtli y Huitzilopochtli, sintieron vergüenza, pues no habían ocupado aun sus dones, para ayudar a mejorar al mundo. De modo que ellos se encargaron de aliviar a Tonantzintlahlli (la madrecita tierra), de los jaloneos sufridos por sus hermanos. Por haberla partido en dos ellos le ofrecieron sus dones , Camaxtli (señor de la caza) le concedió que de ella misma brotara el sagrado sustento para sus hijos los mazehuales (merecidos, los hombres), mientras tanto Huitzilopochtli creo de los cabellos de la señora, los bosques, selvas y prados.

A fin de cuentas los cuatro hermanos cumplieron con los mandatos de sus padres Ometecuhtli y Omecihuatl (la fuerza dual, creadora del todo), y todavía hicieron ellos cuatro otras cosas más, entre ellos uniendo sus fuerzas, le dieron vida a tletl (el fuego), y a los trece cielos donde alojaron a las esencias de la naturaleza y vida Tonatiuh (el sol), la Xiuhpohualli (cuenta del tiempo, calendario), ehecatl (el viento), Quiyahuitl (la lluvia), atl (el agua) y no hubo nada sobre la tierra que no fuera producto del trabajo y esfuerzo de los cuatro hermanos.

Muy satisfechos se sintieron Ometecuhtli y Omecihuatl (la fuerza dual), al ver que sus hijos habían hecho bien su labor. Así que desde la Omeyecualiztli (lugar sagrado de la dualidad), mandaron unas gotitas a la tierra, las cuales al llegar se transformaron en la música celestial que nos rodea a los mazehuales (hombres), esas gotas son hasta hoy en día las almas de nuestros niños que nos bendicen día a día.

Texto agregado el 28-02-2003, y leído por 3301 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-03-2005 Muy buena histora dela creacion delmundo. callitlitzin
01-03-2003 Parece que hoy nos tocó conocer del antiguo México. Bien, es interesante conocer ese mundo. Saludos. andueza
 
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