La nada noviembre 2006
…pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, esperando.
TU TIENES LO QUE BUSCO
JAIME SABIENES
AURORA
Me fui esta tarde, la penumbra ocupaba el todo de mi viejo departamento, fueron momentos lentos, eternamente lentos, mis manos temblaban en cada libro que se arrinconaba dentro de las cajas, mis puños se quemaban con cada cigarrillo que me entregaba la nostalgia y mi sonrisa se perdía en las fotos tuyas que decoraban mi habitación.
Llegó el adiós, el frío corre por las calles ululando tu nombre, tu silueta.
Se que escribiste, me llegó la carta en la que dices que aún me recuerdas, tantas letras y tantas oraciones para un simple sentimiento, que será de la melancolía de nuestros cuerpos.
Tengo miedo. Hoy me fundo con el tiempo, escapo a la posibilidad de un reencuentro, de saber que podemos volver a ser uno, Aurora, no se que hago.
No pensé que guardaras todavía mi primer verso, el papel añejo con el logotipo DUVAL parecía haber recorrido mucho trecho, cuando llegó junto a tu carta supe que el sabor de tus manos venía impreso en él, será que tu necesidad de mi la depositabas en aquel “te quiero” mal impreso, o mi esperanza de ti me hace pensar eso.
Caminé por la ciudad, aspire cada recuerdo de nosotros, el café no existe ya, las banquetas se han impreso de otros cuerpos, de otros rostros tan distintos, de otros tiempos.
Cada hora hablo contigo, con el recuerdo, el pasado me aprisiona con tu nombre, estas torpes manos no pudieron aprender a cubrir otros cuerpos, qué es de mi.
Aurora, nombre dulce y calido, mujer hermosa y amante extrema, tus lágrimas de nuestro último sexo me dijeron que sólo fuiste mía, que no hubo un antes para ti antes de mi.
Me fui, Aurora, Arturo ha muerto en esta tarde, la tierra extraña de donde partí me llama, no me busques, nos encontraremos luego, nos escucharemos en la nota de la canción triste, nos veremos en el amanecer del sol cansado, nos tendremos en el ayer que no nos abandona.
Adiós Aurora.
P.D. No puedo dejar de morir en cada instante que recuerdo que te quiero.
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