Pasada la medianoche, me ganó esa detestable sensación de ahogo, era extremadamente raro que viviéramos más de dos horas sin comunicarnos, me tenía mal acostumbrado… Desde que nos casamos despejamos cualquier resquemor de inseguridad en uno respecto del otro, sobre todo de mi hacía ella… ella estaba habituada a pensar en fidelidad y reírse cínicamente asegurando que no conocía el significado del término…
Por el contrario, yo… diez años mayor, algo estático respecto de las emociones fuertes, incapaz de pensarla compartida, hablo de fidelidad asumido, concreto…
Geraldine es perfecta, milésimas de segundo bastan para que el que la vea quiera poseerla y no hablo solo de su cuerpo, hablo de su encanto, de la certidumbre que emana de sus ojos, de la seguridad que transmite con cada una de sus palabras, de esa capacidad incuestionable para vedar a quien fuera necesario con un solo gesto… de la sensualidad que desborda paso a paso…
Sus pechos son dos cimas firmes, prominentes, puros de blancura, a su andar se acompasan naturales, distinguidos, desesperablemente apetecibles… sus largas piernas son dos rutas sin escalas al manjar que se reserva para los altísimos… y así me siento entre sus piernas, divino… único, inmutable e irrepetible… poderoso, como solo una deidad… su trasero tiene un particularidad, es tan terso que vendados los ojos, podrías confundir su piel con terciopelo, su cabello violento, negro, etéreo y esa boca… Dios, esa boca!
Llamé a su teléfono celular, el contestador la negaba… …”hola aquí Gery! Si este mensaje esta siendo oído por vos es porque me niego a atenderte”… Mierda!!! Así doscientas veces…
La mañana que nos conocimos, avanzó hasta mí como si me conociera de toda la vida…
- dame fuego
- no fumo…
- entonces yo tampoco…
- bien por vos…
- y por vos… mi aliento dejará de oler a tabaco…
- volverás a verme?
- vos no?
- me encantaría…
Llamé entonces a su estudio… no era horario, terminó por atenderme un sereno, que al igual que yo, no podía decir mucho… dejé dicho que de verla por allí, se me avisara…
- mañana…? Podemos cenar en mi casa…
- que llevo?
- un cambio de ropa interior, con eso basta… este es el teléfono de mamá, voy a estar ahí hasta las siete de la tarde, ni un segundo más…
Y se fue… me dejó esa tarjeta y se esfumó, lo mismo pudo hacer hace tres horas, o hace un segundo, con el primer tipo que la miró por primera vez como yo lo hice…
Llamé a casa de su madre, ella tampoco supo que decirme, no quise alarmarla, fingí comprender que la única alternativa era que estuviese en casa de Lucía, su entrañable amiga de la escuela secundaria… y también la busqué allí… y nada…
- Lucía?
- si, quien habla…?
- Armando…
- Armando querido! Como estás cariño…
- algo preocupado, Gery no ha regresado a casa…
- ya, yo la vi por la tarde, nos encontramos de casualidad, estaba comprando algo de ropa… pero eso fue temprano, tipo, cuatro…
- no contesta el celular…
- ah…
- y no se que hacer…
- claro…
- perdón, no debí…
- no, está bien… es que no se que decirte..
Quizá pensaba lo mismo que yo… mi corazón latía con una fuerza que no entendía posible… terminé de colgar el teléfono cuando la puerta se abrió y ante mis ojos, Geraldine, espléndida como siempre, mostraba su sonrisa algo cansada…
- por fin, nena, dónde te habías metido…?
- ni me hables, estuve toda la tarde con Lucía, acabo de dejarla en casa de su papá… peleó con Manuel y estaba muy triste… lloró a mares… no hay derecho, ese infeliz se cree que puede arruinarle la vida como quiere…
Me besó como siempre, con la magia de siempre… me arruinaba la vida a su antojo…
- pobrecita... te llamé al celular…
- terrible! esa mierda me trae de lo pelos… no hay forma de que tome señal, intenté llamarte unas veinte veces… comiste algo?
- no, vos? Te preparo algo…?
- no, gracias, comí un sándwich… en el bar…
- y Lucía?
- Lucía que?
- comió…
- no, no hubo forma…
Nada más que hacer, nada que decir…
- voy a dormir…
- un café…?
- no mi amor… te agradezco…
- Armando… estás bien?
- vos?
- de maravillas!
- entonces yo también…
Prefiero compartirla.
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