La playa estaba desnuda frente a las Olas, comenzaba a hacer frío y las casas de la costa se veían abandonadas a través de las palmeras.
Una neblina cubría el cielo y la humedad se notaba sobre la piel.
Sentada viendo el vaivén del mar, estaba ella,
con la mirada fija,
arropada con una manta,
con la mirada perdida,
con los brazos cruzados,
Recibiendo el silencio solo alterado por el sonido de los pájaros.
Yo, en la distancia, pensé en meterme dentro de su cabeza y preguntarle como estaba, pero no era capaz, simplemente en su cabeza no cabía nadie mas, estaba llena de recuerdos, que quedaron atrapados como los peces en las redes de un barco.
Seguí mis pasos y decidí marcharme, justo cuando el sol había desaparecido y mi alma había dejado atrás aquella playa volví a pensar,
¿Y si ya estaba dentro?
Demasiado tarde, Ella se había marchado cansada de esperar a que el siléncio se convirtiera en el sonido de mis pies sobre la arena.
Me senté justo donde la vi por última vez y me quede mirando al horizonte,
¿Dónde estarías? ¿Serías tú la Soledad?.