Quisiera llevarte a donde tus sueños de cristal
permanezcan a salvo de
las granizadas de este mundo.
Quisiera llevarte hasta la cima de mi montaña sagrada,
donde florece todo el año mi jardín primitivo
y juntos comer del arbol de mi ciencia,
y bebamos hasta saciar nuestras ancias
del agua inagotable que brota de la peña de nuestros corazones.
Quisiera llevarte al atrio de mi templo donde recide,
vive y arde la llama inmutable de mi amor en su máxima pureza,
donde el invierno siempre es cálido
y en verano el calor no es sofocante.
Quisiera que tomaras mi mano
y juntos recorrieramos los horizontes inexplorados
por donde nunca caminamos,
pero sí sobrevolamos en nuestros sueños.
Te enseñaría a oir el delicado sonido de los truenos
y aprendería a deleitar mi alma
con todos tus silencios.
Quisiera llevarte hasta el final de mi arco iris,
donde el oro que alguna vez fué tan solo frío plomo,
abunda para que adornes tu alma con las divisas de mi espíritu.
Quisiera que vinieras conmigo a navegar el mar
de las palabras que nunca dije,
y dejar nuestras huellas impresas
en los médanos de los sueños jamás cumplidos y así,
descansando sobre ellos,
nos sorprenda el alba del mañana,
acobijados de amor,
con los ojos llenos de las lunas y de las estrellas
que nos regalan los locos, los bohemios
y los poetas.
Ayer me regalaste la capasidad de soñar despierto.
Me dijiste ¡ven! ¡mira!
¡Este es mi corazón abierto de para en par!
¿Ves la noche en mis ojos?
en ella siempre hay dos luceros brillando para ti,
para que siempre te guíen hasta mi,
para que no te extravíes en el desierto donde caminas,
ni en los mares que navegas,
ni cuando huyes de los recuerdos de bocas que ayer te han besado.
Ni cuando andas por el mundo peregrino
tras las huellas y la sombra del hombre que anhelas ser.
¿Ves mi cielo estrellado ?
en mis noches el rosío siempre es dulce,
aunque amenace con tormentas irasibles y con rayos de bronca.
Ahora mi corazón te habla,
el no reconoce el rasociño de la mente,
el se desprende de todo lo ya conocido,
el deja atrás al ego y al orgullo,
para latir con todas sus fuerzas en el cuenco de tus manos.
El, que fué cegado por tu luz y se bañó en tus palabras encendidas,
como se refresca un ave en la orilla de un lago en calma...
Te dice: " Tengo celos de la muerte
que detendrá algun día nuestros latidos
para llevarnos lejos a uno del otro;
entonces me oprime la necesidad imperiosa
de latir con todas las fuerzas cerca de tu pecho,
necesito temblar junto con tus manos,
sangrar cuando tu corazón sangra,
redoblar de alegría cuando tu risa hace eco en mis atrios,
necesito la paz que me invade cuando llega hasta mi tu aroma...
Dejame llevarte hasta los confines de mis sueños más elevados
donde estaríamos juntos...
pero nunca serías mía
jamás seré tuyo, siempre seremos libres.
En mis matemáticas uno más uno siempre es igual a uno,
no pretendo tenerte ni que me tengas,
solo quiero
estar contigo... |