AMISTAD
De pequeña le pregunté a mi madre:
-¿Qué es la AMISTAD?
Y ella me respondió:
-La AMISTAD es un tesoro divino, a esa palabra tan chiquita de tan sólo 7 letras nada más como un número bíblico, debemos cuidarla mucho cuando nuestro corazón la conoce.
Cuando un día te vi pasar cerca de mí, tú no me viste, te miraba, pero tú como si yo fuera invisible, pasabas y no reparabas en mí. Sólo quería ser tu AMIGA.
Pero cierta vez, conversando con mi Ángel le pregunté:
-¿Por qué los seres humanos somos invisibles ante los ojos de nuestros semejantes?
Mi Ángel al escuchar mi pregunta suspiró, y al suspirar salieron un montón de corazoncitos de ternura y entonces me respondió:
-A veces la gente está tan ocupada en sus problemas, en su rutina, que no puede ver con claridad a alguien que se siente solo y que necesita de su AMISTAD. Verás que algún día esa persona que pasa a tu lado, y que no puede reparar en ti podrá verte, verá tu corazón latiendo de cariño y ahí podrás darte cuenta de que ya no serás más invisible a sus ojos.
Cuánta razón tenía mi Ángel. Cierta vez pudiste verme, pudiste ver mi corazón, pudiste ser mi AMIGA. Y ese día conocí la dulzura de tus palabras, tu sensible personalidad, la expresión de tu mirada, supe que podía contar contigo AMIGA mía, y que tú podrías contar conmigo.
“AMISTAD, tesoro divino” dijo mi madre cuando era pequeña, y es así, la AMISTAD es una palabra tan chiquita, pero tiene tanto valor y es también muy frágil, hay que cuidarla mucho para que no se golpee y se rompa.
La AMISTAD busca los corazones de las personas y se instala en ellos para brindar al otro cariño, afecto, comprensión, un oído para escuchar un secreto, una preocupación, alguna historia de amor; la AMISTAD, nos enseña a estar en las buenas y en las malas, cosa que un amigo verdadero lo puede lograr, porque en los momentos buenos pueden estar todos, pero cuando un amigo necesita del otro en algún momento crítico todos se retiran y quién quedará será el verdadero amigo, el que te quiere, el que te respeta, el que te valora como tú eres; con tus defectos y con tus virtudes. Aquel verdadero amigo que no podrá darte oro, plata, ni brillantes, pero podrá darte palabras de aliento, escuchar y calmar tu llanto, darte un consejo, compartir simplemente un café, dejando en un segundo plano todas sus cosas.
Querida AMIGA:
Te quiero tanto, tanto, tanto, que mi corazón cuando te ve quiere explotar de tanto sentimiento sentido, cuando te observo sé que me puedes ver, que ya no soy más invisible a tus ojos y eso me alegra, me alegra tanto que salto de regocijo porque sé que eres incondicional y que siempre tú estarás a mi lado cuando te necesite, como tú contarás conmigo cuando me precises.
FIN.
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