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OVNIS sobre L.A.

A las seis de la mañana con veintisiete minutos el señor Conrad recibió una llamada urgente desde el centro de investigaciones Encounters, brazo científico del gobierno del norte en materias de exploración de inteligencia alienígena. La encargada del centro de escucha del telescopio receptor de ondas electromagnéticas, le comunicó al señor Conrad, asesor y amigo personal del Presidente, que finalmente habían hecho contacto.

Albert Conrad era un político consumado, él fue el responsable de convencer a Geoffrey Push Aside, actual presidente de la nación más poderosa del planeta, a presentarse para el cargo. G. Push no era la persona más lista del mundo, eso todo el mundo lo sabía, y eso también colocaba a Conrad en una posición de poder incomparable.

Por la mente de Conrad pasaron varios pensamientos durante los segundos siguientes a ser informado del contacto. “Ocurrirá durante nuestra administración, excelente!”, “¿Cómo obtengo más beneficios de esta noticia?”, “¿Cómo los convenceremos de apoyarnos en la campaña para la reelección?”. Esas fueron sólo algunas de las preguntas que Conrad se formulaba con el aparato telefónico aún colgando a lado de su velluda y tejana oreja.

Camino a las instalaciones de Encounter, Conrad levantó el teléfono rojo de su limosina y llamó a su amigo G.

- ¿Recuerdas los fondos que destinamos a investigaciones extraterrestres? Si, para atraer a esos científicos a nuestra campaña. Bueno, dieron resultados. Si, ellos votaron por nosotros, pero me refiero a que dieron resultados científicos. No, no han descubierto ninguna nueva vacuna. Investigaciones “extraterrestres” Geoffrey, ¿sabes lo que significa? No, no habían pozos petroleros en Marte Geoffrey. Marcianos amigo, marcianos. No, ellos no votan, pero creo que podremos aprovecharlos. Ok, Geoffrey, no te preocupes por nada, yo me hago cargo. Que disfrutes del golf.

Conrad ya contaba con la autorización de G.Push para aprovechar ese contacto como le diera la gana. No esperaba más de su amigo el Presidente, lo conocía muy bien. Las oficinas de Encounters se encontraban en la capital, cerca de la casa de gobierno, el lugar de trabajo habitual de Conrad, y lejos de los campos de golf de Push, su lugar habitual de estadía.

- Señor Conrad, hemos recibido un mensaje codificado en inglés dirigido a nuestro Presidente y proveniente de las inmediaciones una estrella ubicada a ciento veintiocho años luz de distancia.
- Increíble. ¿Cuánta gente conoce el contenido del mensaje?
- Sólo el operador nocturno del telescopio y yo.
- Perfecto. Entrégueme el mensaje y asegúrese que ese operador mantendrá silencio absoluto. Si es necesario ofrézcale un ascenso, una bonificación o lo que estime necesario.

Conrad leyó y releyó el mensaje hasta que se dirigió nuevamente a la encargada de Encounters.

- Explíqueme por favor lo siguiente. Si el origen del mensaje es a una distancia de ciento veintiocho años luz, y el mensaje viaja a la velocidad de la luz, ¿cómo es que ellos saben el nombre de nuestro presidente actual?
- Me parece que es cierto lo que se cuenta respecto a su astucia, señor Conrad. En efecto he estudiado el tema y me parece que la única respuesta es que ellos encontraron alguna forma de enviar mensajes más rápido que la luz, y me adelanto a su siguiente pregunta. Si lograron traspasar ese límite para el envío de señales, nada impediría que también lo hayan superado en los medios de transporte. Así es señor Conrad, personalmente creo que ellos podrían estar acá mañana mismo si lo desearan.

De vuelta en su despacho, Conrad continuó leyendo el papel escrito por otras inteligencias, mientras se paseaba de lado a lado, definiendo una perfecta elipse sobre el piso de su gran oficina. El mensaje decía:

“Mr.Geoffrey Push Aside.
Presidente de la Nación del Norte.

Desde hace milenios que venimos observando su raza y creemos que está cerca el momento en que ustedes contarán con la tecnología necesaria para dar el gran salto y comenzar a interactuar con el resto de las inteligencias de nuestro universo conocido.

Muchas son las especies inteligentes que deben convivir en nuestro universo, muchas culturas y costumbres que hacen difícil las interacciones sin roces. Por ello, desde tiempos que para ustedes deben parecer infinitos, existe un organismo regulador de las interacciones entre especies inteligentes y me dirijo a usted en representación de este organismo.

Hemos revisado su historia y en ella observamos un punto de muy alto riesgo en nuestras posibles futuras interacciones. Ustedes tienden a crear castas o divisiones entre aquellos que más tienen pertenencias y bienes, respecto a los que menos tienen, llegando incluso a límites absurdos en donde estos últimos mueren por falta de bienes básicos. Estimamos que estas formas de interacción están tan inmersas en sus usos y costumbres que incluso forman parte de sus modelos de transacciones económicas entre naciones. Las naciones más ricas necesitan de la constante explotación de las naciones más pobres, sin las cuales no podrían mantener sus estilos de vida.

El Consejo Regulador de Interacciones Entre Especies ha decidido que mientras ustedes mantengan ese tipo de costumbres son un riesgo para el resto de las especies. Si ustedes demuestran que son capaces de superar ese instinto de “poseer para aprovecharse del desposeído”, el Consejo los ayudará a la inserción de su planeta en la comunidad intergaláctica. En caso contrario, no nos quedará otra opción que destruirlos, para evitar que sus avances tecnológicos los lleven a concretar el encuentro.

Esperando la máxima utilización de su conocida sabiduría, se despide hasta pronto el Consejo Regulador de Interacciones Entre Especies.”

Conrad detectaba claramente los riesgos y las oportunidades que le ofrecía el mensaje que tenía entre manos. El gran salto, la integración del planeta con el resto de las inteligencias del universo, todo ello provocado y dirigido por su Administración. Pasaría a la historia!

Sólo dos día pasaron hasta que la encargada de Encounters le llevó personalmente a Conrad el siguiente mensaje, proveniente ahora desde una distancia de sesenta y cuatro años luz. En este nuevo mensaje, se le informaba al Presidente que dentro de ocho meses, una nave de exploración orbitaría nuestro planeta y que recopilaría información respecto a una pequeña nación llamada XX, uno de los países más pobres de Latinoamérica. Si las diferencias y el grado de explotación que encontraban en las interacciones de ese pequeño país con el resto del mundo sobrepasaban ciertos límites aceptables, se verían obligados a tomar las medidas antes informadas. Si, por el contrario, el país demostraba crecimiento y desarrollo real, se acercarían a la prometida integración universal.

Conrad estudió las posibilidades y decidió aprovechar la siguiente cumbre de países industrializados para promover el apoyo económico y la integración de XX al resto del mundo. La política de la nación que indirectamente dirigía Conrad había sido siempre la opuesta, por lo que su campaña de apoyo a la pequeña nación requirió de estrategias comunicacionales muy complicadas. Finalmente se aprobaron subsidios, créditos inmediatos, apoyo tecnológico y capacitaciones en variados ámbitos, y en los siguiente seis meses, la pequeña nación era casi irreconocible. La infraestructura, la pobreza, la salud, las iniciativas en educación, el reconocimiento y planes de explotación de sus recursos, colocaron al pequeño país en una vía directa hacia un desarrollo sostenible.

Cuando los reportes de la Agencia Espacial indicaron la presencia de un objeto extraño orbitando el planeta, la respuesta desde la Presidencia fue clara. “Experimento Clasificado, favor ignorar y mantener confidencial”. Por un momento Conrad pensó en hacer pública la presencia de estos seres, pero el riesgo era demasiado alto. ¿Qué pasaría si no lograba convencerlos acerca de los cambios por ellos requeridos? De seguro lo culparían a él si todo fallaba. No, necesitaba avanzar un poco más en las negociaciones con los extraterrestres antes de hacerlo público.

Exactamente treinta y dos horas después del primer avistamiento del cuerpo desconocido orbitando la Tierra, y con la misma sorpresa con que éste apareció, el objeto se esfumó sin dejar ni siquiera un archivo en las carpetas confidenciales de la Agencia Espacial. El mensaje no tardó en aparecer en el escritorio de Conrad.

“Felicitaciones señor Presidente, se están acercando a formar parte de nuestra comunidad intergaláctica. Ocho meses más, república de YY, igual procedimiento”.

Fue casi sin comprenderlo que el presidente de YY se encontró casi de un momento a otro, dirigiendo su discurso como invitado especial al encuentro de naciones industrializadas. Tampoco entendió por qué fue la estrella del encuentro, ni la cantidad de acuerdos, subsidios, créditos y ayudas que le estaban ofreciendo.

Seis naciones más con el mismo tratamiento y una reelección presidencial de por medio ocurrieron durante los siguientes años. Las interacciones internacionales efectivamente estaban cambiando, y los primeros y más beneficiados habían sido los vecinos más necesitados. Los beneficios logrados en toda Latinoamérica gracias al desarrollo que estaban alcanzando los ocho países en tan corto tiempo, comenzaban a hacerse notar. A diferencia de como antes lo hacía el país del norte, los nuevos modelos económicos estaban comenzando a considerar la integración solidaria como un elemento que, a largo plazo, traería mayores beneficios a las naciones que interactúan. Este hecho, además de la natural solidaridad que ha caracterizado a los países latinoamericanos, resultaron en que toda la región estaba presentando mejoras considerables y su futuro lucía prometedor.

El tiempo de G.Push ya se estaba acabando y Conrad lo sabía perfectamente. El podría continuar ejerciendo su poder, sólo debía convencer a algún otro amigo petrolero tejano que quisiera jugar a ser Presidente de la nación más poderosa, y él podría mantener su posición. Sin embargo, el juego de tener que demostrar cambios a los extraterrestres lo mantenía en un constante estado de estrés que no estaba seguro si sería capaz de soportar otro período. Estaba decido, al recibir el siguiente mensaje buscaría una forma de dar a conocer la noticia.

Esta vez el mensaje tardó un poco más que los anteriores y el lenguaje ya no era inglés. Ahora estaba escrito en español y decía:

” Señor Albert Conrad.
Asesor de la Presidencia.

Ha sido un verdadero placer el trabajar con usted durante estos últimos años. Me tomó un tiempo considerable encontrar la forma de simular el envío de señales desde distancias considerables. Aún más tiempo invertí en engañar a sus equipos de rastreo para proyectar los efectos de un enorme aparato orbitando nuestro planeta. Sin embargo, mi satisfacción es plena cuando observo los resultados de todos estos esfuerzos. Los avances que hemos obtenido (y en esto lo incluyo a usted señor Conrad) en mi amada Latinoamérica son inmensos y se los debo a usted, debo reconocer que estos avances han sido sólo gracias a la predecible astucia de un tejano tan inculto y egocéntrico que cree que, de existir seres allá afuera que deseen comunicarse con nosotros, éstos escogerían al país del norte como nuestra puerta de entrada.

Señor Conrad. Si desea mantener su buen nombre en las páginas de la historia de su amado país, le aconsejo un merecido retiro junto con la Administración de su monigote amigo. No me gustaría tener que explicar estos hechos recientes al mundo entero, pero no dudaría en hacerlo si me viera obligado. Yo creo que trabajaré unos años más como operador de este fantástico telescopio de ondas de radio que usted nos ha construido, y continuaré buscando en los rincones más apartados no por otras inteligencias, sino por algunas respuestas a los orígenes de nuestra inteligencia y principalmente de nuestra estupidez.”

Jota

Texto agregado el 12-11-2006, y leído por 4020 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
18-11-2006 My buen relato. Me encanto la personificación de G. Push preguntando si en la lun había pozos de petróleo creo que eso es lo único que le interesa a ese señor, por otra parte tienes toda la razón, tan sólo es una marioneta de personajes como Conrad. en su caso el Sr conrad bien podría ser el avaricioso Rumsfeld. Un saludo y***** josef
17-11-2006 Interesante tu cuento y entretenido.....ah el mio fue solo un relato que escuche en un noticiero y traté de reproducirlo tal cual..... juanalmatriste
15-11-2006 bastante bueno!!! me dio mucha risa el parrafo donde pusch hace sus multiples preguntas entre ellas, que si podian votar los extraterrestres jajjaja, muy ingenioso y original.... arcano20
14-11-2006 groso....me gusto mucho...felicitaciones esclavodelpienso
14-11-2006 No suelo leer textos demasiado largos on line, pero ha valido el esfuerzo. buenisimo. _eclectica_
13-11-2006 Siiii....Asimov...jajajajjaaj(me acordé que jamás me devolvieron "La Fundación)weno weno. EuFoRBicA
13-11-2006 Una mezcla de Asimov y Lem, con brotes de ironía excelente, con un final que hacen gala de la necesaria justicia social... elcocodrilotaimado
 
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