Un día que el sol salía,
me dijo un joven preocupado,
no le molesta señor,
¿Qué lo vean embriagado?.,
¡Conteste al joven con premura!
un poco atolondrato,
le dije no soy un cura,
solo un borracho que se ha despertado.
Me pregunto ¿Como es que ha caído en el vicío?
Riendo,le conteste;
es que no tengo juicio,
chispado me quede.
Recorrí,muchos caminos,
por senderos yó marché,
bese muchísimos labios,
y niños también críe.
Mi desgracía fue la muerte,
a mi esposa e hijos perdí,
un triste día de diciembre,
se salío el tren del redíl.
Desde entonces vago beodo,
no me asusta ya mí vida,
recuerdo y a veces lloro
las alegrías perdidas.
Me despedí de aquel joven,
dandole un buen consejo,
no caígas en tristezas
no mires en este espejo.
Yo que fui un avido ruiseñor,
un hombre cumplido y servidor,
un ave fuerte
hoy reducido ahora aun cuerpo frío e inerte.
Me sonrío aquel joven,
y como vino se marchó,
yo seguí con mi botella,
en mí mano se quedó.
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