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CUEVAS, VINO Y FIN DE FIESTA

Último día de fiesta. Día grande de comparsa, de baile, de disfraces y charanga. De agasajos, de pitanzas y banquetes. De manjares de reyes, de vinos y de aguardientes. Hora de cuevas y de saciarse, que hasta que suene la orquesta, hay que beber los morapios y de gusto solazarse. Y los negros solariegos y los blancos de raigambre. Y para ir haciendo boca, y antes de encender la hoguera, tres jarros de vino tinto y pernil de pata negra.
-Y serrano -dice el labriego Mariano-, además de pata negra, pues es también de solera y es el que cría mi abuela.
-Y hasta la mesa vendrá -apunta Manuel García- el gallo de mi corral que chamuscó mi María.
-Mi madre -habla Elisendo- trujo costillas de cerdo. Son de gusto suculento, con esmero cocinadas. Antes, con una especie de ungüento, éstas fueron adobadas.
-La mía, la Dorotea, -dice Francisco- rebuscó varios chorizos escarbando por la olla. Son largos y son gordos y contienen mucha molla.
Asevera Miguel:
-Que sí, Paco, que sí. Que yo caté los chorizos de tu Doro y son mejor que un tesoro. Morcillas traerá mi parienta reservadas para el evento que, las cocidas por Lola, son las mejores del pueblo. De vicio están las morcillas, os vais a chupar los dedos.
-No faltarán -comenta Alberto- los tomates y pepinos de mi huerto. Ni las manzanas reinetas de Tomás, ni las peras ceremeñas de Jonás. Y refrendo: han de sobrar los dulces melones sembrados en secano labrantío y, para enjuagarse la boca, sandías colorás y gordas de tierras de regadío.
-Al final y para postre -añade Julio Moreno- nueces de nuestras nogueras y miel de aliaga y romero del colmenar de Candelas.
-Las rosquillas y empanadas -tercia Cipriano- las amasadas por las manos de mi amada. Que las manos de mi Rosa son dos joyas perfumadas.
Se oye rematar a Hilario:
-Y todo bien remojado con el vino de la tierra, que hubo abundante cosecha y las tinajas, de caldos multicolores, están rebosando néctar con perfumes y sabores.

Y es que, como al principio se dice, los festejos de Albalate ya concluyen y su gente, tal y como dispone la tradición, se desplaza en grupos a las cuevas del Carril, la Tercia o las Peñas para celebrar la popular comida de fin de fiesta.
En estos lugares aparecen agujeros horadados en la roca y la montaña y se pueden observar las cuevas con su atávica y peculiar arquitectura popular.
Sus estrechos túneles y corredores serpenteantes recuerdan a catacumbas ancestrales. En las largas y angostas galerías, a ambos lados de las paredes grises, húmedas y mohosas aparecen las tinajas moldeadas en barro. Permanecen encajadas en huecos habilitados al efecto y las hay de todos los tamaños en función de los vanos existentes. Su base es estrecha, su panza ancha y poseen una espita a modo de grifo en su parte inferior. En estos añejos recipientes reposa y duerme el fruto de la vid. Espera su fermentación y trasiego y aguarda el milagro de la mutación. Entraron uvas, pronto saldrá vino.
En el fondo de los recovecos subterráneos de estas cuevas el clima es invariable. En estos genuinos refugios, el termómetro no se altera y no sabe distinguir el invierno del verano. La temperatura es agradable y los lugareños pasan incontables momentos en estos laberínticos espacios, gustando los vinos que ellos mismos elaboran, en la sabiduría aprendida de generaciones anteriores.
Explican los aldeanos que en los tórridos días de verano la temperatura de las cuevas es fresca y agradable. Por contra, en invierno, en la profundidad de los pasadizos, queda mitigado el frío de la calle.
La fermentación y conservación de los caldos es natural y el sabor de los vinos es fresco, suave, puro, inigualable. Ellos dicen que ni Ribera de Duero, ni Montilla, ni Rioja. Que su vino es superior, que está criado en la cueva y que no admite parangón. No hay conservantes, ni aditivos, ni compuestos. Sólo uva de viñal. Y si bebes demasiado pudiera haber borrachera, pero no deja secuelas. Que no duele la cabeza y, en tiempo breve, la merluza pasará.

Pero volvamos a la fiesta. Hoy la gente de Albalate tira la casa por la ventana y como es tradición, serán anfitriones de amigos, parientes y visitantes que vinieron desde la capital y los pueblos más cercanos.
Una vez en las cuevas las mujeres adecentan los recintos. Retiran cenizas antiguas, limpian el lagar y habilitan mesas y asientos. Ellos disponen los mejores vinos, preparan los sarmientos y prenden hogueras.
La comida será variada y prolija. Habrá ensaladas, huevos rellenos y tortillas de patata, pero lo platos más fuertes vendrán desde las parrillas, de las sartenes apoyadas en las trébedes, de las ollas de matanza. Todo se compartirá: forros de cabeza, lomos, panceta, jamón, chorizos y morcillas se acopiarán sin tasa a lo largo de las mesas. Predomina la carne de cerdo, pero también alguien trajo un perol de pollo condimentado con pisto y otros, tarteras de riñones y fuentes de chuletas de cordero para asar.
Desde la leña que arde saltan chispas. Las pavesas inflamadas ascienden un instante para después diluirse y apagarse.
Las ascuas, vivas y fuertes, ya están dispuestas y las carnes se colocan en la brasa.
El tufillo que sale del rescoldo trae placenteros aromas de lo que allí se asa y los porrones y botas, en las manos de los hombres, ya no paran.
Los continuos y copiosos tragos hacen sospechar que si hambre no ha de pasarse, aún menos se tendrá sed. Ellas suelen ser más moderadas y algunas abstemias disponen la gaseosa o la botella de agua.
Comen y beben con delectación hasta dar buena cuenta de las viandas preparadas. Sobra mucho, pero nada se tira que todo se recoge y guarda, para luego repastar.
Se termina de comer, que no de beber, y surgen las charlas frescas y los chistes picantones. Ellos, curtidos y habituados en cuestiones del beber, ya no lo hacen de la bota o el porrón. Llenan vasos con un jarro y apuran los mismos con deleite y con pasión. Lo hacen con tal celeridad que bien podría pensarse que en su sed no hay un final.
A medida que avanza la tarde, las mujeres se retiran hacia el pueblo y los grupos de hombres se juntan y deciden bajar a las cañas de las cuevas. Se alumbran con candiles y sacan el vino de las tinajas por encima. Dos vasos de cada una por cabeza.
Van haciendo efecto los vapores del dios Baco y las lenguas se desatan. Los chistes y bromas abundan y se termina canturreando boleros, sonatas y tonadillas. Las letrillas alcarreñas proliferan y abundan coplas serranas. Tañen laúdes, suenan guitarras, un almirez y una dulzaina. Un albalateño se arranca por seguidillas y un joven de un pueblo vecino replica en tono serrano:

Albalate está fundado
en el culo de una taza,
todo son cuestas arriba
hasta llegar a la plaza.

Es cierto que el pueblo está ubicado en un cerrillo y que la coplilla, muy antigua, hace honor a la verdad, pero lo de la taza y el culo no suena bien. Alguien lo hace saber e increpa al forastero. Éste se disculpa y apunta que, no obstante, se sabe otra con más enjundia y de peor destino. El ambiente es distendido y algunos lo animan a que la entone. El mozo foráneo, escamado por la bronca recibida con anterioridad, se hace de rogar. Al final, como quiera que le insisten, pide silencio, carraspea y modula su voz armoniosa y atiplada. En son de jota canta el muchacho:

En Albalate hay muchas
y muy hermosas;
las tinajas de vino,
que no las mozas.

El hombre que amonestó al joven la vez anterior, lo vuelve a hacer ahora con ardor y declara que eso es intolerable. Que tinajas y buen vino hay muchas y mucho. Que ya lo sabe él, porque el vino lo ha probado, pero lo dicho de las mozas es injusto, impropio, inadecuado. Asevera, y eso lo confirman los demás, que en el contorno no existen doncellas más lozanas ni más galanas que las de Albalate.
Además ratifica que esta copla, en tiempos muy divulgada, no se hizo pensando en este pueblo, sino en otro de la provincia llamado Tarancón. La popularizó el escritor Camilo José Cela y la difundió a través del libro titulado: “El Gallego y su cuadrilla”. Allí se puede ver claramente cómo don Camilo, en su copla, se refiere a Tarancón y nunca nombra a Albalate.
Tercia otro y pone paz. Dice que se puede argumentar, pero que no se discuta. Que ha de acabarse la fiesta con alegría y que debe imperar la concordia y la amistad. Él dará brillo y enaltecerá al mujerío. Elogiará y honrará a las mozas del pueblo y las ubicará en su merecido lugar. Pide que suenen las palmas y que se afinen oídos. Que se escuche el sonido de bandurrias y guitarras. Que se haga oír el tintineo del almirez y que resuene el rasgueo de la botella estriada. Se desabrocha la camisa, estira el cuello, bebe un sorbo de aguardiente, se aclara la garganta y brazos en jarras canta una jota alcarreña:

Para bailar, viva Priego,
para cantar, La Frontera
y para chicas bonitas,
Albalate de las Nogueras.

Todos jalean y aplauden al cantor, mientras apuran los últimos tragos. El hombre de más edad da orden de retirada. pues es tarde anochecida y la danza, en la plaza, va a empezar.
Salen de las cuevas contentos, cantarines, vocingleros. Alegres, que no borrachos. Si acaso un poco tocados, pero el baile al aire libre mitigará efluvios etílicos y despejará talentos.
En el medieval y vetusto Puente del Nogueral, de subida a la plaza, un espontáneo entona una canción popular. De inmediato un coro de voces ásperas, broncas y desentonadas se unen al improvisado solista. Todos corean:

El vino que tiene Asunción,
no es blanco ni tinto
ni tiene color.
Asunción, Asunción...

Ellas, en corrillos o sentadas en el rollo de la plaza, hablan con animación esperando la llegada de sus respectivos bailadores.
La orquesta ya está dispuesta. Comienza su repertorio musical e interpreta el pasodoble titulado “Suspiros de España” que todos bailan.
Al final concurso de tangos, de jotas, de valses y pasodobles. De carreras de sacos, de disfraces y la entrega de trofeos. Y ya, muy de madrugada, a descansar que las jornadas de fiestas fueron muchas y los campos, en su labor atrasados, echan de menos la azada, el yugo, la yunta, el arado.

Texto agregado el 12-11-2006, y leído por 590 visitantes. (19 votos)


Lectores Opinan
21-06-2009 Viste, la tierra tira...Lo descubrí desde el momento de entrar a tu página. Y cuando se tiene más de un lugar en en el corazón, yo no sé donde ni cuando calmar mis recuerdos. ketti
26-12-2008 No se ahorran nada por festejar,es maravillosa esta narracion de el festejo.Me quedo con las ganas de conocerlo porque de verdad se nota que es un lugar magnifico y lleno de gente alegre .gracias ***** shosha
11-03-2007 menuda fiesta he degustao aunque tarde haya llegao fenomenal lo he pasao y pasao me voy de meter mano a la bota al chorizo y a la moza!! jejeje Excelente narración una vez más!!***** josef
25-02-2007 Ya te había leído como anti-musa, te leo nuevamente como impresa, apodo que me acompañará sin cambio, opino lo mismo, lo volví a leer y más me enamoro de tus letras++++++++ impresa
13-02-2007 Un relato precioso. Muy interesante y ameno, logras que el lector se trasporte y viva esas fiestas de tu tierra. Medeaazul
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