Forma de comportarse en las navidades
Llega el 24, fecha esperada, fin de año, reunión familiar; fecha única que se planea con una semana de anticipación: quien lleva la mayonesa, quien lleva el pan dulce, que si sidra, que champaña, que vino tinto, que vino blanco, que si asado, lechón o platos fríos, que quien viene, que a ésta no la soporta, que la tía no viene porque viene la abuela, que si atamos al perro, que si lo dormimos, que si vamos a tu casa, que “yo no pienso ensuciar la mia”, que “a mi me toco el año pasado”, que “él nunca hace nada, vine y se sienta”, que “yo siempre hago el asado”, que “las nueces salen caras y siempre me dicen a mi que las traiga”, que “le compre un regalo de $50”, que “yo le compre uno de $500”, que…, que… que… y que…

Después de todo, la cena se realiza igual. Las familias van llegando, otro año en casa del tío Juan, otra vez, como siempre, frente al parrillero.
Las tías comienzan a preparar las mesa, los chico se ponen frente al arbolito, de pocas ramas, con algunas luces, las otras quemadas, las tías hablan de la ropa que tiene aquella, de los regalos chiquitos que trajo, de la bebida, de la comida, en fin hablan y acomodan las servilletas, los cubiertos, la vajilla… Tambien cortan el anana, el fiambre y junto a la mayonesa miserable que trajo aquella, sirven los platos de entrada.
Ahora todos están sentados a la mesa.
El ambiente, con el alcohol, se torna “calido” y bueno, son infaltables las indirectas y las criticas por lo bajo de lo seco que salio el asado y de la grasa que tenia. Toda esta situación se sostiene hasta las doce menos diez; en que las miradas se transforman en destellos de simpatía y amabilidad. La abuela se levanta de la masa del patio (lugar donde se cena, ya que el patio es mas rápido de limpiar), entra a la cocina y trae consigo un budín con grana de chocolate pero que en verdad se olvido de colocarle.
De la conservadora, que esta al lado del (borracho) tío Juan se sacan las sidras baratas que trajo la tía de Rufino; los corchos vuelan al cielo, y las risitas estúpidas suenan. Se sirven las copas y se disponen a ponerse de pie, contar hasta diez, para luego asombrarse de los fuegos artificiales y comprobar que los de el vecino son peores que los nuestros. Y luego correr adentro, porque el loco de la esquina esta tirando tiros al aire por tanta “felicidad”.
Y además la perfecta excusa para que los niños corran a abrir los regalos, y ver las caras de envidia de las tías.
Y escuchar a la abuela quejarse por lo bajo (pero lo suficientemente fuerte para que se escuche) “y yo para que quiero otro taper!?!”
En fin, las reuniones familiares son tan agradables, no hay nada como la familia unida.
-“Hasta el año que viene, y no traigan tanta comida para la próxima”- los despide así el tío Juan, que de pie ya ni se mantiene y esta apoyado contra la puertita de entrada a la casa.