Una noche en mi ventana, apareció en una estrella tu nombre,
El mismo que está clavado en el fondo de mi ser.
Esta estrella dilante brillaba para mí,
Cuando entre lágrimas renegaba tu ausencia como castigo de mi amor...
Lo extraño fue cuando abrió sus ojos y dirigió su luz hacia los míos sumiéndome en la magia de un hipnotismo estelar;
Y, allí estabas tú, tan lejos, callado y con un pensamiento fijo hacia mí,
Parecías triste, pero al percatar tu corazón estaba lleno de esperanza, de esa loca ilusión que solo da el amor.
Si. Pensabas en mí, en el momento en que nos encontráramos otra vez, y guardabas como un tesoro, el sentimiento de un beso reprimido entre el pecho y los labios que susurraría tiernamente un Te Amo; Pero era tan fuerte que había llegado a tu firmamento para viajar al mío y en ese sueño taciturno encontrarte y con un suspiro llegar a tu alma para acompañar tu elegía...
Allí estábamos, entre la fantasía del inconsciente pretendiendo aliviar el espíritu, pretendiendo vivir el uno sin el otro, falso vivir.
Era tan real el encuentro y tan falso porque solo te veía aunque deseaba intensamente abrazarte contra mí y hablarte de lo mucho que te extrañaba, fue imposible era como tenerte en un espejo solo admirando la soledad pero sin poderla derribar.
Solo una frase “Te Extraño”, solo un beso que sentí mas que cualquiera que alguna vez te hubiese entregado, el beso de nuestras almas pidiendo a gritos volver, El Premio de Afrodita para los dos, la reanimación del anhelo, el convencimiento de nuestro existir...
Igual fue el despertar te alejaste entre ecos, entre luces, entre la distancia eterna y al abrir los ojos la misma estrella que poco a poco se fue perdiendo entre la niebla de la madrugada, y al amanecer la absoluta certeza de que te amo tanto que cada noche viajaría por ti para recordarte y recordarme que a pesar de la inmensidad del cielo es el mismo que nos cobija a los dos, y a pesar de la distancia siempre vivirá el amor...
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