Ya despierto, consciente, atormentado,
por las láminas de luz acuchillado.
Un cereal magro más bien por la costumbre.
un cigarrillo en premio que se extingue en mis entrañas
Ya estoy erecto.
La rutina, despiadada maquinaria,
me conduce a la oficina.
Un tugurio maloliente de semblantes ermitaños, de almas inconscientes.
Atiborrado de papeles que no conducen a otra vida,
sólo un fatuo devenir.
La soga al cuello de paño estampado aprieta un poco más.
La computadora me agrede con sus cálculos binarios.
Los informes se atropellan en un devenir perverso.
Me escapo al baño a respirar dichoso los vapores urinarios.
Y espero impaciente la hora del almuerzo.
¡Almuerzo! Un festín de grasa saturada engullido en una esquina.
Ha de rendir el tiempo escaso y diminuto.
El reloj no se detiene a fumar un cigarrillo
ni a conversar de copas sobre cual es el destino.
Corro torpemente tras el minutero.
Texto agregado el 10-11-2006, y leído por 262
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
16-10-2007
para ti DESDE_AQUI
03-08-2007
Me gusta mucho, menos los dos participios del principio... agil y fresco. Stelazul
21-02-2007
"El reloj no se detiene a fumar un cigarrillo
ni a conversar de copas sobre cual es el destino". Todos mis aplausos para esto tan bien logrado. drakomagico
15-11-2006
Es unametafora urbana muy bien redactada!Muy bien! doctora
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